Historia del chip (034): Predisposición (Kim 013)
Fecha: 13/12/2017,
Categorías:
Intercambios
Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos
... vaginales y tu clítoris. Quiero que mantengas la postura.
Para Kim, el mundo casi acabó cuando sintió como sus órganos sexuales quedaron comprimidos con tanta fuerza. Hacia demasiado tiempo que los llevaba únicamente cubiertos por una tela ligera en los muslos y odió con todas sus fuerzas la estrecha correa de cuero. Sintió como Roger cerraba la pestaña metálica y Kim trató de no encoger sus pechos, mover sus hombros o bajar su barbilla. La cinta cortaba entre sus piernas la vagina y el ano, quedando enganchada por medio de unas pestañas imposibles de abrir. Su imposible cinturón del talle notó la presión provocado por la tira vertical que cortaba su cuerpo por la mitad.
Roger, entre encantado y maravillado, rozó con sus dedos las nalgas sobresalientes más si cabe con la hendidura cubierta por el cuero y empezó un beso apasionado. Kim respondió al instante. Debido a su constante entrenamiento, olvidó el dolor y empezó a respirar agitadamente. Sus pezones fuertemente comprimidos y su clítoris encerrado anhelaban espacio, tratando de romper la tela que los constreñía en un esfuerzo baldío.
Al cabo de un rato, Roger dejó el beso e hizo el gesto que Kim esperaba, acariciar a la vez los dos lados del cuello. Kim siempre sentía un estremecimiento ante eso gesto e inmediatamente, sin retirar las manos, se arrodillaba y esperaba que Roger le introdujese su falo en la boca. Casi nunca tardaba más de un minuto en eyacular En esta ocasión el esperma estaba tan cerca de ...
... irrumpir que Kim pudo darle dos orgasmos mientras sus propios órganos sexuales seguían tratando de abrirse camino entre el cuero inflexible.
Se lavó la boca concienzudamente y volvió al salón sin dejar de sentir como las correas se hincaban sin misericordia. Roger, todavía excitado, fue a tocar las correas y Kim algo extrañada le preguntó.
—¿Qué vas a hacer?
—Aflojar un poco las correas, para el viaje.
—¿No quieres que vaya así?
—Claro que sí, pero no sé si podrás aguantarlo.
—¿Tenías planeado aflojarlas?
—No.
—Pues no debes hacerlo.
—Kim, noto tu dolor y deseo ser justo contigo. Entrenarte y exigirte al máximo, no solicitar algo que no puedes alcanzar.
—Si no me exiges por encima de lo que puedo dar, te cansarás de mí. Hay muchas chicas por ahí, fantaseando con hombres que les otorgan placer.
—Cierto.
—Pues exige y otórgame los orgasmos, si los merezco.
—Te los estás ganando con honores— afirmó Roger, orgulloso.
—Nunca te he visto tan excitado. ¿Tanto te gusta mi sumisión?
—Es adorable.
—Pues iré así.
—Dime lo que sientes.
—Me siento muy querida, admirada, mis pechos desean explotar, mis pezones arden, mi clítoris es un clamor, mi cintura está tan apretada que no puedo respirar, trato de mantenerme bien erguida y respiro por los hombros a pesar de tenerlos hacia atrás como te gusta.
Roger le volvió a acariciar a los dos lados del cuello y nuevamente derramó semen. Una vez acabó, soltó las hebillas de las correas y dejó a Kim ...