Putita inocente - Relatos Eróticos

Putita inocente

... chicharos duritos, el culito en unos cacheteros rosados con la imagen de una fresa justo encima de donde se observa el clítoris hinchado de su hijita; ella le tomaba de la mano y se dejaba guiar al comedor, donde él la sentaba sobre sus piernas y enterraba su falo erecto entre las nalgas duritas de la nena, le abría las piernas y le dejaba comer mientras él le metía las manos debajo de la camisita para masajearle las tetitas duritas y erectas, tetias adolescentes. "¿Está rica la comida?" le preguntaba con total tranquilidad mientras le sujetaba los pezones con la punta de los dedos y se los retorcía, la nena le llevaba un bocado de estofado a la boca y asentía, removiéndose con incomodidad por el falo que tenía entre las piernas, éste movimiento creaba una fricción deliciosa para William, elevándolo más en el éxtasis. "¿Cómo te fue en la escuela hoy?" continuaba, sacando las manos para besarle el cuello y deslizarlas por las piernas largas hasta las rodillas donde calcetas blancas altas cubrían la piel, volvía a sender hasta las ingles de Ariana y un mano se quedaba en su entrepierna frotándole el coñito sobre las pantis. La nena se retorcía.

"Me haces cosquillas, papi" decía ella entre risitas, pero no interrumpía su comida, continuaba probando las patatas en mantequilla que destilaban un olor suave y se derretían en su paladar, mientras su padre continuaba con el masaje y se regocijaba en el calorcito que exhalaba el coñito de Ari. "Tuvimos prueba en español, creo que ...

... no me fue tan bien, esa profesora no me cae bien, siempre me dice que soy lenta para todo, ¡pero no es mi culpa, papi!, yo no entiendo nada de eso que ella habla".

"No te preocupes, mi amor, ya veremos cómo arreglamos eso, te conseguirémos una tutoría. Tú no te preocupes y concéntrate en tu gimnasia, y en tus matemáticas, ¿vale?" Ella sentía y giraba sobre su hombre, tenía una pizca de crema en el labio, a William se le vinieron varios malos pensamientos a la mente y sacó la lengua para lamer la crema del labio de su hija, ella se rió con picardía y siguió comiendo, pero él deslizó la mano dentro de la pequeña truza de tela y sintió lo encharcada que estaba la nena, otra mano la llevó al seno debajo de la camisa y estrujó la tetita en ella. "¿Te hace sentir bien lo que te hago?"

"Sí, papi, me relaja mucho, y me da cosquillas".

"Bueno, pues termina de comer rápido para que yo pueda comer, ¿sí?" La nena asintió, pero él comenzó a jugar con el clítoris hinchado que tenía entre los dedos, peñizcándolo y haciendo círculos pequeños en él, sintiendo cómo los jugos de su hija empapaban la braga y le llegaban sobre el boxer. La nena era una zorrita caliente sin saberlo, y era toda para él. Cuando ella terminó se enderezó, apresándole la verga entre las nalgas, llevándolo hasta un peldaño más en la escala del placer. "!Ay, mi vida! Me haces muy feliz, es mi turno de comer" dijo él, sacando la mano de la braga de la nena y llevándose los dedos a la boca. La bajó de sus piernas ...