1. El Jardinero Dotado


    Fecha: 07/09/2020, Categorías: Infidelidad Tus Relatos Autor: Contador4u, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... detrás de la cortina, mi mujer ya se había desprendido del short, el jardinero se refocilaba con sus suaves nalgas blancas, mientras la empinaba y ella obedientemente apoyaba los codos en la mesa, con las piernas abiertas, presentándole el culo de manera obscena. Parado detrás de ella, con una mano se frotaba su larga verga mientras que con su grueso dedo medio de la otra  le penetraba la vagina y con la punta del pulgar le acariciaba también el ojillo de culo. Ella se erizaba y meneaba el trasero ante las embestidas de sus dedos. -Ya estoy lista para que me metas la verga...suspiró. Entonces él se jaló el prepucio pelándose la verga, le abrió un poco más las nalgas descubriéndole la jugosa panochita depilada y acto seguido le hundió sin dificultad la cabeza de su gorda verga. -Si que estaba lista Señora...dijo sonriendo. Y sin escucharlo, ella misma empujó su cadera hacia atrás ensartándose la verga entera en un solo movimiento. -Aaaaagh! Papito, qué grandota!...Hechó la cabeza hacia atrás en un respingo, y arqueó la espalda cuando la tuvo toda adentro. -Ya le conecté la manguera Señora...y ya tiene bien mojadito el jardín! -Gózalo papasito! A pesar de sus sesenta años, el jardinero mantenía un cuerpo tonificado; con los pantalones a las ...
    ... rodillas se le veían unas piernas fuertes y las nalgas firmes y redondas, que contraía cada vez que le clavaba la verga a mi mujer en el mete y saca que siguió. Ella estaba extasiada mirando al suelo, conteniendo los gemidos para que no la escucharan los vecinos. -Mmmmm...métemela toda...no me la saques...lléname...No duró mucho el bombeo, me alertó a preparar mi salida cuando él tenso el rostro y el cuerpo, agarrándose fuerte de las caderas de mi mujer le metió la verga hasta el fondo y la descargó dentro de ella. Yo no pude contener la eyaculación y estrellé en el cristal un chorro de mecos que no pude detener en mi mano cuando la escuché gemir sin recato en su prolongado espasmo orgásmico. 
    Cuando por fin el jardinero le sacó la verga advertí que aún la tenía muy parada, radiante en toda su talla y brillante por la mezcla de jugos que se fusionaron en la combinación de sus orgasmos. De la panocha rosada y abierta de mi mujer se le escurrieron los mecos entre sus piernas y hasta sus pies sin que ella intentara limpiarlos, abandonada al gozo que la llenaba, desfallecida y sonriente sobre la mesa. No me quedé a ver como se despedían. Me apresuré a salir de la casa para que no se diera cuenta que ahora sabía lo que hacía cuando se quedaba sola en casa. 
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