Al cuidado de mi sobrina
Fecha: 16/12/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: Ulpidio_Vega, Fuente: CuentoRelatos
... También había un teléfono y un escritorio con una computadora, que supuse podría ser de Alejandra.
Me mudé un viernes y ese fin de semana estuvimos mucho tiempo juntos Marta, Alejandra y yo. Mi hermana trabajaba en un consultorio médico y durante la semana prácticamente estaba solo por las noches en la casa. Salía del consultorio a las seis de la tarde, pero siempre se quedaba charlando con sus amigas y no aparecía hasta las siete o las ocho. Alejandra no le creía mucho ese cuento de las amigas y me confesó que pensaba que su madre había conseguido un novio, pero que no se animaba a presentarlo por temor a que ella se enojara. "Una boluda la vieja, se cree que no me di cuenta que le cambió el humor desde la atienden bien". A mí el comentario me dejó helado, pero me hice el distraído.
Ese lunes salí a ver un par de departamentos, pero se largó a llover a media mañana y decidí volver al departamento hasta que cesara la tormenta. Además, desde allí aprovecharía para hacer algunos llamados que tenía retrasados por todo el asunto de la mudanza y la separación. Entré a lo de mi hermana con muchas ganas de hacer pis y como creí que no había nadie, saqué mi pija antes de llegar al baño. Empujé la puerta con mi mano derecha y con la izquierda sostenía mi miembro para evitar pérdidas de tiempo. No pude evitar el encontronazo con mi sobrina, que estaba sentada en el inodoro, con las piernas abiertas y la bombacha a la altura de los tobillos. No llevaba nada puesto arriba, excepto ...
... un corpiño transparente que dejaban ver sus senos paraditos y duros. Se notaba que recién acababa de bañarse, porque todavía tenía el pelo húmedo. Sus hombros eran una invitación permanente, al igual que su cuello erguido. Bruscamente traté de guardar mi miembro, que a esa altura ya había adquirido dimensiones considerables, y de retroceder, pero ella se quedó inmóvil, como disfrutando de mi torpeza, con sus ojos de tigresa clavados en mi entrepierna. "Qué pasa tío, nunca viste a una chica meando". Me guiñó un ojo y comenzó a orinar. "Ahora la estás viendo", me desafió y soltó una carcajada. Esa pendeja me había dejado muy caliente, pero sentí pudor y preferí irme.
Afortunadamente, ese martes pude firmar un contrato por un departamento. Pero como la imagen de Alejandra me atormentó durante toda la jornada, preferí no comentarles nada durante la cena. Mi sobrina estaba espléndida. Bajó a comer después de darse un baño. Se había puesto una musculosa blanca, unos pantaloncitos cortos súper ajustados y el pelo recogido. Las gotas de agua recorrían sus hombros. Me pareció que no llevaba ropa interior y fue difícil concentrarme en la comida porque no pude quitarle los ojos de encima en toda la noche. Para evitar que ella lo notara, llevé mis manos a la frente, apoyé los codos en la mesa y me froté los ojos. "Tío, estás cansado, por qué no te vas a acostar. Si querés yo te llevo un té". Acepté la oferta y me dirigí a mi habitación. Mi hermana también se fue a la suya. Mi sobrina ...