1. El esclavo romano V


    Fecha: 14/09/2020, Categorías: Gays Tus Relatos Autor: Máximus, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    Yo me puse una de mis mejores túnicas. Yo no saldría desnudo. Mi esclavo casi, ya que el taparrabo que le había regalado le cubría solo la verga y los huevos.
    Fuimos caminando con rumbo al mercado y mientras caminábamos yo me di cuenta de que muchas personas, de todas las edades, hombres y mujeres, se le quedaban viendo a mi exquisita adquisición. La gran mayoría se le quedaban viendo las nalgas bamboleantes, y otros le miraban el bulto que se notaba por la tela del taparrabo. 
    (Primera Parte: https://relatoseroticos-club.com/42563_el-esclavo-romano)
    (Segunda parte: https://relatoseroticos-club.com/43657_el-esclavo-romano-ii)
    (Tercera Parte: https://relatoseroticos-club.com/43723_el-esclavo-romano-iii)
    (Cuarta Parte: https://relatoseroticos-club.com/43992_el-esclavo-romano-iv)
    Skýlos era un muchacho con un cuerpo envidiable para su edad, no tenía nada de que avergonzarse, pero aún así su cara estaba color fuego por todas las miradas que lo acosaban. A veces veía que intentaba taparse la entrepierna con las manos, pero eso solo hacía más evidente su semidesnudes así que Skýlos tendría que acostumbrarse. Y agradecer que al menos sus partes nobles estaban ocultas. 
    Llegamos a un puesto de alimentos y compré muchas frutas y verduras, y como llevaba al muchacho para que hiciera parte de su labor, le pedí que cargara la gran caja en donde habían puesto todo. 
    Cuando se agachó para recoger la caja del suelo el mercader no pudo evitar echarle un ojo a las posaderas del ...
    ... muchacho y me preguntó:
    -Deberías rentar al chico, tiene muy buenos atributos. Te aseguro que le sacas mucho dinero. 
    Y eso me dio una idea.
    Le pagué al vendedor y le dije a Skýlos que volviéramos a mi Villa. Él cargaba la caja con ambos brazos y se notaban los músculos de sus bíceps tensos por el esfuerzo. Al poco rato de caminar bajo el sol empezó a sudar. 
    Yo quería presumir mi propiedad, así que me puse a un lado de él y coloqué mi mano en una de sus nalgas con fuerza. Luego, sin dejar de caminar, busqué en su rajada su agujerito y le metí un dedo con dificultad. Él empezó a hacer gestos de dolor y bajó un poco la velocidad. Yo lo tenía enganchado. De vez en cuando sentía como apretaba las nalgas, como acto reflejo. 
    La gente se le quedaba viendo más y le dije a Skýlos que se detuviera. El muchacho obedeció y me miró con cara de perro regañado.
    -Señor, por favor…
    Me dijo en voz baja, haciéndome saber que no quería ser humillado de aquella manera. Menos en público. Aún era un hombrecito y tenía unos huevos que mantener en su lugar. 
    -Baja la caja.
    Skýlos me obedeció y cuando dejó la caja en el suelo le ordené que no se moviera. Prácticamente quedó con el culo al aire. La gente empezó a juntarse alrededor de nosotros. Saqué el dedo de su culo y se lo puse a la altura de la boca.
    -Chúpalo.
    -Pero señor…
    Le di una nalgada que le pintó uno de sus cachetotes de rojo y él, de mala gana, empezó a mamarme el dedo. Cuando lo sentí bien ensalivado lo saqué de su boca y lo puse ...
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