Le quite el marido a mi tía malvada - Relatos Eróticos

Le quite el marido a mi tía malvada

... pene, no pudo evitar dejar escapar un suspiro mientras guiaba su pene hacia mi apretado orificio de amor, y con toda la paciencia y ternura del mundo comenzo a penetrarme y cada que se me escapaba un respingo el se detenía sin dejar de besarme para enseguida continuar con la penetración, cuando por fin tuve toda aquella verga de casi veinte centímetros dentro de mi, el se quedó quieto por unos momentos permitiendo que mi esfinter se acostumbrara a aquel delicioso invasor, y poco después comenzó un lento Vaivén aumentando el ritmo de apoco sin dejar de acariciar mis piernas y chupar mis pechos, yo por mi parte me sentía extaciada, acariciando sus gruesos brazos y abrazándolo por la cintura con mis piernas para ofrecerle una mejor penetración, me sentía tan mujer, tan femenina, me llenaba de jubiló mirar su rostro empapado en sudor y aquellas muecas de placer.
De pronto sus labios buscaron con desesperación los míos y mientras gritaba;- te amo Gaby!
Comenzó a descargar todo su elixir de amor al interior de mi cuerpo, el momento fue tan erótico que aún sin tocar mi pequeño pene comencé a tener un orgasmo yo también, fue un sentimiento tan hermoso, tan sublime que comencé a sollozar pero de placer mientras mis lágrimas rodaban por mis mejillas no podía ahogar los sollozos, don Ricardo seco mis lágrimas y me beso de nueva cuenta, está vez con ...

... más ternura, sin pensarlo exclame;- lo amo don Ricardo!
Después de que se salió de mi se puso su ropa y se retiró, yo solo me acomode un poco el vestido y lo acompañe asta la puerta para despedirnos con un último beso.
Al día siguiente regreso por la tarde y estuvimos hablando de lo que había pasado la noche anterior, el me preguntó si era verdad lo que le había dicho mientras tenía mi orgasmo porque el en verdad se había enamorado de mi, yo le respondí tímidamente que si, que yo también me había enamorado de el, pero que tenía miedo de las consecuencias si tía clarita llegaba a sospechar a lo cual el me respondió que yo no tenía nada de que temer ya que de ese momento en adelante no permitiría que nadie me hiciera daño, total que me convertí en su amante y casi al año el interpuso la demanda de divorcio y le confesó a la tía clarita los motivos, todos estos echos coincidieron con el echo de que le habían ofrecido la gerencia de una nueva empresa a don Ricardo en otra ciudad y aquí estamos viviendo nuestro amor.
Al final todos obtuvimos lo que mereciamos, don Ricardo y yo encontramos el amor y la tía clarita se quedó con la vergüenza del divorcio y peor aún que la expulsaron de la iglesia porque su marido la cambio por su sobrina travesti. Don Ricardo ( como le sigo llamando cariñosamente) es mi hombre y cada día que pasa nos amamos más.