1. BELLEZA EXOTICA


    Fecha: 25/12/2017, Categorías: Jóvenes Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... cada contacto sentía las contracciones de sus nalgas, pero de su boca no salía ningún sonido.
    
    Examiné con curiosidad la entrada de su vulva y pude ver con asombro que tenía el himen intacto, era virgen !!!. Me acosté a su lado; un tropel de pensamientos me acometía; si la desfloraba, el dolor del desgarre podía causarle un trauma negativo así que opté por actuar de otra manera. Continué acariciándola, luego de saciarme con sus fluidos, me recliné sobre el lecho indicándole que me acariciara; tímidamente tomó mi erecto miembro y empezó a sobarlo según le indicaba; su pequeña mano subía por todo el tronco hasta llegar al glande y luego bajaba hasta los testículos, al ver que la lubricación no era suficiente, acercó su boca a mi pene empezando a mojarlo con su saliva. Esto, me llevó al extremo de la excitación, contraje mi cuerpo para expulsar fuertes escupitajos de semen que jamás imaginé saldrían con esa potencia. Ella lo recibió en sus manos lubricando más mi pene, acelerando los masajes hasta que la esperma dejo de salir. Se colocó sobre mí encogiendo su cuerpo, abrazándome, manifestando una necesidad de protección y refugio, así nos quedamos dormidos….
    
    Mientras me dormía, los recuerdos vinieron a mi mente; la conocí en uno de mis viajes a la sierra norte, era hija de uno de los dirigentes indígenas del área quien me la ofreció descaradamente en venta; su nombre: Mariana. El padre insistía tenazmente en vendérmela sin siquiera presentármela, pedía cincuenta dólares ...
    ... por ella. Al regreso de mi expedición, pasé nuevamente por aquel lugar; entonces tuve la oportunidad de conocerla; Mariana contaba con diecinueve años, la ropa que la cubría era típica de la región, una especie de bata sin mangas sucia y descolorida la cubría desde el cuello hasta los descalzos pies, tenía el cabello largo recogido en una cola, ojos grandes, piel bronceada y rasgos orientales propios de su etnia. Al verla un sentimiento de tristeza me invadió, me sentí apesadumbrado, veía las mujeres con unos años más de edad con sus vientres prominentes, con dos o más crías, en realidad no había futuro para chicas como Mariana. Sólo podía hacer algo por ella: comprarla.
    
    Llegué al área urbana del área acompañado de Mariana, me sentía incómodo, ella caminaba sumisamente tras de mí como era costumbre en su pueblo. Usaba la misma ropa y unas sandalias de caucho; de su brazo colgaba una sucia bolsa de tela con sus pertenencias. El cuadro que mostrábamos era el de un hombre mayor con una sirvienta indígena. Me dirigí al Hotel que frecuentaba y pedí una habitación con dos camas. Ya dentro del cuarto, le enseñé a usar el cuarto de baño, la regadera, el calentador de agua, el inodoro y el televisor. Pasada la instrucción, la llevé a una compra-venta de ropa de segunda y le indiqué a la encargada que necesitaba pantalones, faldas, blusas, ropa interior y un par de sandalias para la chica. El cambio de vestimenta fue tan drástico que su aspecto cambió radicalmente y motivó que le ...
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