Sex note -1
Fecha: 28/12/2017,
Categorías:
Confesiones
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... cantidad de páginas que tenía el cuaderno. Eran doscientas hojas, es decir cuatrocientas páginas en blanco, para llenarlas de mis más retorcidas fantasías. Para ser preciso en las notas, necesitaría como mínimo media carilla, lo que implicaba que contaba con unas ochocientas notas. Aunque lo usara todos los días, ese cuaderno me traería diversión por mucho tiempo.
EL SEGUNDO EXPERIMENTO
Fui a la universidad, como todos los días, salvo que este no era un día como todos los demás. Después de que Micaela me mamara la verga, estaba obsesionado con confirmar el poder del sex note. Decidí que esa misma noche escribiría otra nota.
Esta vez tocaba Clase de sociología. Empecé la universidad recién este año, por lo que tengo compañeros mucho menores que yo, aunque claro, como es el turno noche, hay gente de todas las edades.
Había varias pendejas de entre dieciocho y veinte años a las que me cogería con gusto. Pasé la mirada por todos los asientos, y me di cuenta de que había por lo menos quince chicas a las que querría someter a mi voluntad.
Pero no debía ser descuidado. Si hacía eso, podría tener inconvenientes. Se correría el chisme de que había algo raro en mí, y las chicas, una vez liberadas del poder del sex note, y sabiendo que no eran las únicas a las que las había invadido la irrefrenable necesidad de estar con migo, comenzarían a sospechar de que ese deseo no era natural.
Pero al menos a una me cogería, de eso no cabía duda. Estaba Agostina, la más ...
... carilinda de todas, una morocha que bien podría estar desfilando por las pasarelas. De piernas largas y hechiceros ojos negros, a sus dieciocho años estaba consciente de su belleza, y miraba a los hombres por encima del hombro, sabiendo que podría elegir a cualquiera.
También estaba Ximena, una flaquita de ojos verdes y sonrisa compradora. Una de esas chicas que generan en los hombres el impulso de meterle la verga en la boca.
Y luego, en el fondo, se sentaba Romina, la pendeja más despampanante de la comisión. Sus caderas, tetas y nalgas, parecían querer explotar, atrapadas en las prendas ajustadas que usaba.
Estaba pensando a cuál de las tres elegiría cuando entró la profesora.
La licenciada Fernanda De La Torre era linda, aunque no más que las tres chicas que mencioné antes. Sin embargo tenía algo a su favor que la hacía más atractiva que cualquiera de mis compañeras: era profesora.
Desde chico, fantaseaba con acostarme con mi maestra de séptimo grado. Y desde ahí siempre tuve una especial atracción hacia las mujeres que me enseñaban. El hecho de que fueran, por decirlo de alguna manera, más poderosas que yo, me generaba ganas de dominarlas y hacer que esa relación de poder se invierta, y sea yo el que controle la situación.
Por otra parte, el hecho de que la relación alumno maestra sea un tabú, me hacían querer trasgredir esa regla. El morbo me erotizaba.
Fernanda tenía un par de años más que yo, por lo que no debería parecer imposible que yo me acueste con ...