1. SEMANA DE LOCOS CON LA PERRA BLANCA


    Fecha: 29/12/2017, Categorías: Zoofilia Autor: Andy19, Fuente: SexoSinTabues

    ... al pronunciarlo bien podía sonar como “Puta”, pero ese sería el nombre que mencionara solo en secreto. Tenía la verga a reventar, tan solo de verla, así que arrojé el pantalón otra vez al suelo y dejé que me oliera todo lo que quisiera, ya estando a cuatro patas, a la par de ella. Fue directo al ano y a la entrepierna, saturados de olores que estaban por la fiesta de la noche anterior y así pasé un buen rato, jugando con ella a cuatro patas, gozando de las mordidas cariñosas que me hacía cuando la tocaba con morbo. Entre tanto jugueteo, comenzó a gotear líquido preseminal y ahí fue donde me entró el deseo de conducirme despacio esta vez, para que tanto Pucca como yo gozáramos el uno del otro, sin prisas, llevados solamente por el instinto de aparearse y no por la calentura acumulada que tenía la noche anterior. Desde que empecé a practicar la zoofilia me encantó el olor que queda pegado al cuerpo luego de practicar sexo con animales y varios testimonios en esta página afirman la importancia del olor para las mascotas, así que seguí el consejo de uno de los miembros y busqué un cubrecama grueso para que se impregnara de nuestros fluidos y la perra lo asociara a un encuentro placentero. Acosté a la perra sobre el cubrecama extendido en el suelo y ahí empecé a masturbarla. A plena luz de la mañana, la vagina hinchada de la perra lucía asombrosa, en verdad que nunca había visto una perra con una vagina tan rosada y hermosa. Me puse detrás de ella, como hiciera cualquier perro ...
    ... y me acerqué a oler y a comer de tan rico fruto que se me presentaba. Era una lujuria increíble la que experimenté por primera vez al ver una vagina salvaje que pronto pasé de oler a probar y de probar a comer gustoso los fluidos que de ella emanaban. Pucca nunca se movía cuando estaba tras de ella para tocar sus partes, hacía su cola a un lago y me dejaba comer los fluidos y meter mi lengua mis anchas. De vez en cuando, Pucca lamía el lubricante que salía de mi verga, lo cual me prendía más y me hacía querer penetrarla de inmediato. Pasé muchísimo rato lamiendo su vulva, cambiábamos de posición de vez en cuando, de panza, a cuatro patas, yo debajo de ella… todas las poses aceptaba el precioso animal. ¿Por qué había relatos en los que los hombres sufrían tanto para penetrar a sus perras? Simplemente no lo podía entender en ese momento, lo que sí sabía era que tener una perra sumisa no era tan común y a mí me había tocado una, gracias al cielo. Puesto a cuatro patas detrás de ella otra vez, le metí dos dedos para empezar a dilatarla y la perra jadeaba un poco cada vez que los dejaba adentro, explorando sus cálidas entrañas. Se me hizo bastante fácil meterle tres dedos aunque de principio no quise hacerlo tan brusco para no lastimarla ya luego me dejé llevar por el instinto. Ahora sí sentía el músculo que abotona al macho, apretaba las puntas de mis dedos cada vez que retiraba un poco los dedos y se abría maravilloso cada vez que los metía más. Cuando empezaban a escurrir los ...