1. “Cuernos a la crema”. Historias de oficina, venganza de mujer: ¡Soy tu postre!


    Fecha: 04/01/2018, Categorías: Incesto Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos

    El presente testimonio es el relato del partícipe necesario en la revancha de una mujer corneada por la traición de su marido.
    
    Laura era mi compañera de oficina, muy compinche, compartimos charla y café varias veces a la semana, casada desde un par de años, buena figura, simpatía natural y muy liberal para manifestar su alegría, sabe cómo mantener la distancia fijando sus límites, maneja como pocas la esgrima para esquivar el avance masculino.
    
    Es mañana, café de por medio, no podía obviar que se la note preocupada, como si fuera otra persona, para no parecer indiferente pregunté con sutileza, de modo que no pareciera que pretendía saber más de lo que ella quisiera contar:
    
    —¿Sucede algo?
    
    Por su gesto, era notorio que había metido el dedo sobre la llaga, bajando la mirada, respondió con un sí, de esos que duelen.
    
    —Me cornearon. – cruzándose sobre el escritorio, sobre mi oído.
    
    Mis manos tomaron sus manos, como sujetando a esas dos palomas inquietas, queriendo volarse, é sentía su agitación, miedo, indignación, la bronca reprimida. Con sus manos entre las mías, nos miramos más allá de los ojos, en lo profundo donde las palabras dejan de tener sentido y los ojos se comunican, ponía mi compañerismo en aras de brindarle apoyo moral, ofreciéndole el hombro donde apoyar el dolor de la infidelidad.
    
    —Tomás un café conmigo, a la salida! –mencioné autoritario.
    
    —Sí, lo que digas. – asintió, sumisa, entregada como un pollo mojado.
    
    Nos encontramos a la vuelta de ...
    ... la oficina, compartimos el café, acompañaba su silencio, sin preguntas. Salimos caminamos un par de cuadras sin rumbo, en un momento de indecisión para cruzar la calle, me tomó de la mano, seguimos otra cuadra más, no se la solté.
    
    Paré un taxi, con intención de llevarla hasta su casa.
    
    —¡Hasta parque Centenario! –indicó al conductor.
    
    Bajamos, caminamos separados, mi intención era acompañarla hasta su edificio y luego retirarme, pero ella quiso que subiera. El hall desierto, subimos al sexto, entré a su departamento: entré a su vida…
    
    —Ahí están las bebidas, prepara unos tragos, ya vuelvo.
    
    Preparé dos copas, esperé. Se apareció en la puerta, la sorpresa no me cabía en los ojos, “vestida” de Chantillí. Solo tres porciones de crema la “vestían”, dos porciones cubrían los pezones y otra más sobre el pubis, cubriendo el sexo.
    
    —¿Te gusta la crema?
    
    —¡Es, lo que más me gusta!
    
    —Sírvete, ¡soy tu postre!
    
    Liberado del saco y la camisa, tomada de su talle me dispuse a degustar el bodycream, tomaba los senos uno en cada mano, comencé a lamer golosamente esa deliciosa crema, pronto sentí los pezones entre los dientes y la lengua en su mejor lamida. La lengua desbrozó la crema y descubro las “frutillas” al contacto con mis labios y lengua produjeron el efecto de shock que la puso en órbita, estremecía y temblaba toda. Ahora piel a piel, la última porción de crema desaparecía en rápidos lengüetazos dejando los labios en íntimo contacto.
    
    El tsunami producido por ...
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