1. “Cuernos a la crema”. Historias de oficina, venganza de mujer: ¡Soy tu postre!


    Fecha: 04/01/2018, Categorías: Incesto Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos

    ... tamaña lamida la estremeció de tal modo que si no la abrazo cae derribada por el efecto.
    
    La excitación en tan intensa que ni me dio tiempo a preocuparme por otras cosas que no fuera poseerla, la alcé en mis brazos y la llevé hasta su cama, la matrimonial, para continuar lamiéndola. Sacudida, vibrando como hoja en la tormenta de mis labios, un abreve calma prologó a la tormenta descomunal de un orgasmo explosivo y ruidoso, quedó exhausta y desarticulada por tanta energía puesta en la entrega.
    
    Sin separarme de sus pezones, esperé el regreso del paraíso, abrió los ojos y se miró en los míos que la recibían. Recién en ese momento, más calma tomaba contacto con esta realidad, se dejó llevar por una necesidad que estaba más allá de algo meramente físico, se sentía reconfortada, plena y satisfecha en su sexualidad, se dejó degustar la otra porción de crema, la más deliciosa de todas, la que ocultaba su sexo.
    
    Recoger esa porción de crema fue como volverla al paraíso, nuevamente dejarse llevar por mi lengua que acosaba sin pausa a la mariposa que aletea volando en la oscuridad de mi boca. Nuevamente estaba viajando en la tormenta de sensaciones, arqueando su pelvis, abriendo sus piernas, tomando mi cabeza para incrustarla en su sexo, mordiéndose los labios para no aullar cuando el orgasmo la tenía totalmente descontrolada.
    
    Hubo un tiempo de calma, para sentirnos, conocernos piel a piel, besarnos, lamernos, asirnos del otro: su sabor, su esencia. Ajenos a la realidad, al ...
    ... ámbito donde estábamos, nos dejamos llevar por esa lujuria loca.
    
    Como una hora amándonos, mimos y caricias me habían puesto en estado de erección, Laura se volcó ansiosa sobre el trozo de carne, comiéndola con la boca y después con “la otra boca”. Se montó sobre mí, quería galopar con violencia, sentir como la verga llegaba al fondo por la monta incontrolada, pero tan gratificante, quería que la destrozara, quería venganza.
    
    Al galope llegó a otro orgasmo, ruidoso, descontrolado, gozando como nunca. Desmontó, de espaldas esperando el ataque final, que ahora tuviéramos uno juntos. Desordenado, recaliente, tantas ganas de acabar.
    
    —Mamita, no tengo preservativos, ¿dónde acabo?
    
    —Adentro, no hay problema.
    
    Tomamos ritmo, ella eleva la pelvis, quiere fuerte y profundo, vamos acomodando los tiempos, acercando el momento y llegado el momento terminamos casi juntos, gimió todo el tiempo que duró mi abundante acabada en su caliente cueva. Quedamos abrazados, conteniéndome en ella hasta que termine de disfrutar cada vibración, cada latido del miembro, sentir el calor del semen derramado dentro.
    
    De espaldas, de la mano, silenciosa contemplación del cielorraso. Espero para sentir a u hombre y retomar una cogida brutal, nos dimos con todo, nuevamente terminé dentro de su nido.
    
    Me limpió la verga de los restos de leche, se higienizó en el bidet, nos tomamos esa copa que había quedado servida y sin consumir, me acompañó hasta la puerta, un beso en la boca, de lengua, antes ...