1. Dulces artesanales


    Fecha: 05/01/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: SexNonVerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... lentamente la falda hasta dejar al descubierto el triángulo blanco de su ropa interior.
    
    -¿Qué? ¿Nunca le viste los calzones a tu abuela?
    
    -¿De verdad piensa que la única mujer que anda por acá es mi abuela?
    
    Lo provocaba con preguntas, pero no le interesaban las respuestas. Mucho menos darlas. Sabía que el tiempo era la variable más peligrosa. Mientras mantenía el dedo pringoso en alto para evitar que el dulce se derramara, con el índice de su otra mano descorrió el velo blanco de su bombacha y le ofreció a los ojos de Sandro la textura de aquella tierna flor lampiña y cerrada. Flor que fue abriendo lentamente sus pétalos conforme fue separando los muslos. Los labios se despegaron con pereza hasta dejar al descubierto los pliegues y los colores más íntimos de su anatomía. Estefanía vio con gracia como el borrego volvía a las andanzas y comenzaba a masturbarse nuevamente.
    
    -Me parece que hoy me voy a coger a una dama de la ciudad.
    
    -Primero me vas a decir si este dulce se puede comer. -Le mostró el dedo sucio que inmediatamente llevó hacia su entrepierna. Primero dejó caer unas pocas gotas de mermelada verdosa sobre su vulva entreabierta, luego comenzó a distribuir el manjar de higos sobre sus labios íntimos. Primero se ayudó con un dedo, luego con dos.
    
    -Ahora estamos a mano. -Dijo Estefanía mientras se masturbaba frente al chico, sentada sobre el mostrador del almacén.
    
    Aquellas palabras fueron el disparo de largada. Sandro se agachó entre sus muslos ...
    ... aferrándola por las rodillas, separando más sus piernas, abriendo más su sexo. Ella levantó una de sus pies hasta apoyar el talón sobre el mostrador. Sandro estiró con fuerza hacia un lado el algodón de la bombacha y comenzó a lamer de aquel espléndido y tibio vergel.
    
    El borrego lamía con estudiado criterio. Estefanía pensó que asumir su inexperiencia sexual en función de su edad había sido un error. En su rostro se dibujó una sonrisa tan plena y postergada como el orgasmo que ya empezaba a presentir. Ahora fue ella quien lo aferró de la nuca.
    
    -Ni se te ocurra dejar de hacer lo que estás haciendo, borrego.
    
    Sandro decidió respetar el pedido de su clienta sin decir una sola palabra. Un experto en lingüística hubiese asegurado que nunca estuvo más clara la diferencia entre lengua y habla.
    
    El chico la había aferrado de las nalgas y la mantenía casi suspendida en el aire. Así podía disponer de toda su intimidad a placer. Para evitar perder el equilibrio, Estefanía, con los brazos hacia atrás, tuvo que apoyar las palmas de sus manos sobre la tabla del mostrador. Él la tenía a su disposición. Con la lengua recorría toda la extensión que bajaba desde el capuchón rosado hasta la rugosidad de su ano. Iba y venía provocando descargas eléctricas en su recorrido. Finalmente concentró toda su atención en el pulido fino que requería aquella sabrosa perla. La buscó con la punta de su lengua y cuando la encontró todo se transformó en un torbellino. Estefanía dejó caer su espalda contra el ...