Soy una puta desenfrenada
Fecha: 07/01/2018,
Categorías:
Gays
Autor: María de la Luz, Fuente: CuentoRelatos
Tengo 48 años, pero cuando todo esto sucedió recién había cumplido 46, tenía seis meses de haber enviudado. Con mi esposo Clementino, habíamos tenido un matrimonio de 23 años, nunca supe lo de serle infiel a mi marido en ese tiempo y yo siempre creí también que él me había sido fiel, hasta que en el funeral se apareció una mujer joven y un supuesto hijo de Clementino, de 7 años, eso fue muy duro para mí. Más tarde comprobé que era cierto y que varias personas, que se dicen amigos, sabían de esa relación extramarital.
En mi caso, a pesar de mis 46 años en ese momento, mis carnes aún tienen cierta dureza de antaño, mis senos no son lo firmes que eran antes, pero aún mantienen sus buenas formas, mis pompas son ahora anchas, pero siguen siendo duras y mis curvas muestran mi madurez y mis dos partos. Mis hijos ya no viven en el hogar, uno ya está casado. Así que mi vida solitaria inició. Como mi vida giró en torno a mi marido, no tengo muchos amigos hombres, no tenía la costumbre de frecuentar discotecas, fiestas o grupos de amigas, mi soledad empezó a hacer estragos en mí. Mis amigas me recomendaban buscarme un amante que al menos saciara mis necesidades sexuales, pero yo estaba en una total depresión por todo lo sucedido con mi esposo y con su hijo fuera de matrimonio.
Pasaron largos casi seis meses. De pronto estaba viendo una película en la TV, era de noche, hace unas dos horas se habían marchado algunas amistades que me habían llegado a visitar, en eso sonó el timbre. ...
... Me envolví con una bata, yo suelo dormir en camisón y con un bikini puesto, sin sujetadores, y salí a abrir. Era un viejo amigo de Clementino, de nombre Raúl, un tipo fornido de unos 38 años, que cuando visitaba a mi esposo se ponían ebrios, algunas veces en la casa y otras en la calle, pero cuando estaba así le gustaba decirme indirectas o simplemente tirarme piropos acerca de mi cuerpo, aun delante de mi marido, quien por los traguitos le aguantaba esos descaros. Raúl era el típico hombre mujeriego, divorciado dos veces y parrandero sin remedio.
Raúl me dio el pésame por Clementino y pasó adelante. Me dijo que no había podido acompañarme por cuestiones de trabajo y que por cuestiones de trabajo estaría una temporada en la ciudad. Raúl era un cretino en cuestiones amorosas, pero en su trabajo era uno de los mejores, y la compañía donde labora iba a abrir una sucursal en ésta ciudad y él estaba comisionado para lograr esa apertura.
Raúl se sentó conmigo en el sofá de la sala y conversamos amablemente. Pero yo notaba que él miraba frecuentemente mis piernas, lo cual me ponía incomoda. Recuerdo que más de una vez, estando ebrio, Raúl me había insinuado que me acostara con él y serle infiel a mi esposo con él, pero la más reciente era hace unos tres años.
Estuvimos charlando sobre el funeral y se me salieron algunas lágrimas, Raúl las quitó con sus dedos en mi rostro, eso fue muy sensual, luego me abrazó, lejos de sentir su abrazo como una muestra de apoyo la sentí como ...