1. La abuelita de mi mejor amigo


    Fecha: 07/01/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: lujosdiros, Fuente: CuentoRelatos

    Aracelly: una abuelita muy sexy
    
    Esta historia sucedió hace tres (3) años.
    
    En un viaje de prácticas de la universidad, llegue a la ciudad de Manizales (Colombia). Los dos profesores encargados de esta, querían que nos alojáramos en un hostal, pero le comente a uno ellos que, para ahorrar gastos, me iba a quedar en la casa de un ex compañero del colegio. El profesor, me dijo que no había ningún problema, que lo más importante era que estuviera en el lugar de la práctica.
    
    Fueron dos días de práctica, pero yo me quede en la casa de mi amigo durante dos semanas y media.
    
    Él vivía con la abuela, ya que sus padres vivían en otra ciudad, y él trabajaba en Manizales. Cuando llegue a la casa de él, me presento con su abuela. Una señora de unos 63 años, mulata, piel trigueña, con ojos color miel, pelirroja (creo que se había tinturado el cabello), de unos 1,55 m, un par de tetas bien grandes, pero algo caídas, una cintura con algunas llanticas, que la hacían ver buena, y lo mejor de todo, unas nalgotas, un poco caídas, pero que todavía estaba algo duritas.
    
    Mi amigo me fue a recoger al hostal, en su carro. Estuvimos charlando de todo lo que habíamos hecho después que terminamos el colegio, de las fiestas que hacíamos en vacaciones, en fin, de todo un poco. Llegamos a su casa; la abuela de él, estaba viendo Tv en la sala, él nos presentó:
    
    —Abuela, le presento a mi amigo. Estudiamos en el mismo colegio.
    
    —Mucho gusto, soy Aracelly, y usted.
    
    —Mucho gusto, soy Luis, un ...
    ... placer.
    
    Ese día estaba vestida con un leggins color azul, con diseño de jean, un suéter blanco y un saco color negro; ya que ese día estaba haciendo mucho frio. Mi amigo me enseño el cuarto donde me iba a quedar. Antes que anda, le di algo de dinero, pero lo rechazo, diciendo que yo era su invitado y que no tenía que darle nada, que la casa estaba a mi entera disposición. La señora Aracelly estuvo de acuerdo, ya que mi amigo le había contado como era yo.
    
    Al otro día, mi amigo salió a trabajar a eso de las 3 pm, tenía turno en el hospital, ya que se había graduado de médico, y yo ya había salido de las practicas. Me quede en mi cuarto revisando los mensajes de mi correo, cuando escucho que llaman a la puerta:
    
    —Luis, soy yo Aracelly. ¿puedo pasar?
    
    —Si claro señora Aracelly, adelante.
    
    —Le he traigo un jugo de moras con leche, espero le guste.
    
    —Muchas gracias señora.
    
    —No me diga señora, no me gusta que me digan así
    
    —Pero porque no. Lo hago porque la respeto mucho.
    
    —Sí, pero quiero que nos tratemos de tu. ¿Te gustaría que fuéramos amigos?
    
    —Si claro, no hay problema. Si gusta, podemos hablar en la sala.
    
    —Claro que sí, no hay problema Aracelly.
    
    Termine de revisar el correo, luego tome el vaso con el jugo, y me dirigí a la sala. Aracelly y yo nos sentamos en el mueble y conversamos como si fuéramos los mejores amigos. Me conto todo lo que había hecho en su adolescencia, sobre cómo había criado junto a su esposo, cinco hijos y los años que paso en ...
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