1. Pide un deseo


    Fecha: 08/01/2018, Categorías: Infidelidad Autor: carihuevina, Fuente: CuentoRelatos

    ... a la ya de por sí desconcertante y aterradora visión.
    
    Adrián me obligó a visionar una tras una cada foto que había caído del paquete.
    
    La venganza de la sangre no era suficiente para él, por lo que a medida que las fotos se iban sucediendo, con una voz gutural me iba relatando, con todo lujo de detalles, cada tortura que infligiera al desgraciado cuerpo de Marcos.
    
    El plan debió de orquestarlo hacía tiempo.
    
    No sé cómo, dio con la ubicación de una antigua sala de sótano que se usaba en tiempo de guerra, como sala de autopsias.
    
    El suelo lleno de rejillas facilitaba que la sangre escurriera sin dejar rastro alguno.
    
    Utensilios que una vez vivieron un tiempo mejor, hurgando en el cuerpo inerte de otros seres, ahora ya sin vida; posaban oxidados sobre mesas de ruedas chirriantes.
    
    Cuando el vomitivo relato toco a su fin, Adrián parecía no haber acabado, pero yo no era capaz de entrever que enrevesados pensamientos estarían pasando por su mente.
    
    Me condujo al desván. De un viejo baúl sacó el vestido con el que un día, delante de 200 personas, prometí pasar el resto de mi vida a su lado y hacerlo feliz.
    
    Encendió un aparato de música, introdujo un cd con la canción que nos sirvió la apertura del baile nupcial y bailamos. Bailamos toda la noche.
    
    Los pies me hacían ampollas dentro de los zapatos agrietados por ...
    ... los cambios de temperatura. ¿Cuál sería el siguiente paso en su plan?
    
    La respuesta no tardó en llegar.
    
    Esta vez me condujo al desván donde había acabado con todo lo que yo, secretamente, había amado.
    
    Me tumbó en el sofá y con una voz susurrante me dijo: "No quiero estropear lo que tenemos".
    
    No llegué a entender lo que quería decir. Entre él y yo ya no quedaba nada, ni bueno ni malo.
    
    Me obligó a beber un líquido muy amargo y ya no recuerdo más hasta el día de hoy.
    
    Desde entonces, cada noche Adrián repite el mismo ritual.
    
    Sube al desván, me cuenta lo maravillosa que fue nuestra boda y toda nuestra vida hasta que Marcos apareció en ella. Conecta el aparato de música, me coge entre sus brazos y bailamos hasta que queda exhausto.
    
    Un día comprendí todo. Fue el día que vi por primera vez a aquellos ojos azules, penetrantes y sin brillo; los ojos de una niña pequeña que estaba de pie, inmóvil, a mi lado.
    
    Adrián nos había embalsamado y momificado, como tales maniquís, a mi con el vestido de la boda.
    
    Su idea era, conseguir que alguien le hiciera lo mismo que él hizo con nosotras, así, al fin, seríamos la familia perfecta.
    
    Increíblemente lo consiguió.
    
    Ahora sólo me resta rezar para que los próximos dueños de esta casa hagan el favor de colocarnos separados a mí y a Adrián. No soportaría otro baile más. 
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