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Vivo amando una ilusión
Fecha: 11/01/2018, Categorías: Lesbianas Autor: Soyrelator, Fuente: CuentoRelatos
... miraban sorprendidos. Me besó. Su boca tibia y su aliento cálido me recibieron para que nuestras salivas se mezclaran. Mis manos actuaban rápido y a conciencia recorrí su piel de punta a punta. Con urgencia deslicé su bombacha sobre sus piernas y la besé por todos lados. Mis labios se extasiaron con sus encantos. Desde sus pequeños pies hasta sus rincones más íntimos y húmedos, perfumados como pétalos de rosa. Ahora casi como que las palabras estaban demás. Sólo sus suspiros y mi afán por poseerla. Las caricias en silencio inundaron de lujuria el pequeño cuarto donde la temperatura había subido ya a niveles muy altos, a pesar del frío. Estaba a mi merced. Confundida o excitada o ambas cosas, pero se mostraba rendida bajo mi cuerpo mientras sus brazos me envolvían. Apenas en una especie de susurro alcanzaba a pronunciar mi nombre y un no que jamás me convenció. Un escenario intenso y diferente en el que los dos entendíamos que había que aprovechar preciosamente el tiempo. Mientras afuera el frío de la noche era despiadado, en nosotros crecía el fuego y parecía que nos devorábamos. No te puedo olvidar… Mi vida! Éramos solo tú y yo… El resto del mundo que nos rodeaba a esa hora dormía, ignorando lo que estábamos haciendo. Nos unimos sin preámbulos, sin previas… sólo el deseo fuerte produciendo respiraciones agitadas y miradas llenas de vértigo. Una locura temporal desembocando en un descarado frenesí. En un momento para mí soñado logré penetrar en su cuerpo. A ...
... pesar de mi febril deseo lo hice muy despacio. Lentamente. En forma sutil y saboreando ese momento sublime. Yo estaba ingresando en el paraíso. Se estremeció. Sus pequeñas manos apretaron fuerte mis hombros y un gemido que dejó escapar me encendió como una hoguera mientras sus uñas casi me lastimaban. Me sentí como un ladrón. Un asaltante. Me estaba apropiando de sus encantos. Probando la delicia de un fruto exquisito pero ajeno. Sentí que era su primera vez. Mordió mis labios y mi cuello. Su vergüenza y el doloroso placer se mezclaron, y entonces la belleza de ese rostro y su piel quemante me otorgaban una oportunidad nueva para admirarla y desearla aún más. Con ardiente anhelo y sintiendo que no volvería a tenerla, la amé como un loco y la hice mía en medio de esa fría madrugada. Con desesperación me hundí en su cuerpo disfrutando la profundidad de sus ojos y perdiéndome en lo dulce de sus labios. Momentos intensos impulsados por la fantasía y la imaginación, con sus ruegos y gemidos ahogados que indicaban su llegada a las más altas zonas de placer. Pude experimentar la irrefrenable sensación de querer retener esa atmósfera de pasión, misterio y locura. Fueron solamente unos minutos. Instantes interminables en que los dos sucumbimos atrapados por ese fuego sagrado. Después los días pasaron rápido. Me di cuenta que en su conciencia las culpas le pesaban y hasta le costaba mirarme. Y un día se fue. Y ya nunca volvió. Yo sabía que lo nuestro era una locura y que en la ...