Tan ponedora como gallina culeca
Fecha: 14/01/2018,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos
... alaridos de la joven propietaria de aquella rica villa. Los clamores lujuriosos, de seguro, llegaban más lejos de las paredes que hacían la habitación conyugal, pero ni se preocuparon por ello.
—¡Así nené¡ ¡Asííí...! ¡Castígame con los latigazos de tu vara! —aullaba Doña Cristina.
—Eso... te estoy castigando por ser una mala esposa. Una mujer infiel —le dijo Felipe, siguiéndole el juego.
Aquello era tan excitante para ambos que Felipe, sin dejar de azotar a la patrona, escupió su leche que se esparció sin control. Las nalgas y la espalda de ella se batieron, pero también las sábanas e incluso el buró cercano se vieron salpicados.
Finalmente el pene empequeñeció.
Habiéndose hecho el silencio entre aquella pareja, y advirtiendo la expresión del muchacho quien se notaba frustrado de haberse venido sin haber podido penetrarla...
—No te agüites mi rey, enseguida te la vuelvo a entiesar —le dijo la joven Doña apiadándose de él.
La mujer se recostó boca arriba y, tomando aquellas hermosas ubres, dijo:
—Vente nené, pon acá tu verga, en el canalillo.
—¡Pero si pa’ pronto! —exclamó el otro y se dispuso a hacerlo.
Los pechos de Cristina eran suaves pero increíblemente firmes. Por lo menos así lo percibió Felipe.
—‘Orita se para porque se para —dijo Cristina, al mismo tiempo que el falo era abrazado y acariciado por aquellas carnosidades.
Atrapado en el par de lascivos montículos, Felipe sintió que las ganas le volvían. Su pene se fue engrosando. Él ...
... no podía sentirse menos que afortunado al haber conocido a aquella dama. Una Dama de sangre caliente que no negaba su natura.
—‘Ora sí. Ábrete de piernas que “aí” te voy potranca —dijo, cargado de nuevo ánimo, Felipe.
—Tranquilo garañón, tenemos toda la noche, primero dame tu juguito —le replicó ella, y tomó el falo firmemente llevándolo a su boca.
Sacando su lengua, y estirándola hasta tocar la punta del miembro que tenía enfrente, fue como Cristina tomó la lágrima pre-seminal que salía del agujerito. La punta de su apéndice, incluso, trató de abrir el pequeño orificio antes de metérselo en la boca y comenzar a succionar el aparato sexual del chico.
—¡No...! ¡No sigas... si no me voy a venir en tu boca! —gritó, unos instantes después, el pobre muchacho que en extremo era sorbido sin tregua.
—¿Y eso qué tiene de malo? ¡Sería delicioso! —le respondió la Señora.
—No... es que yo quiero hacerlo pero dentro de ti.
—Pus “ay” está.
—No, pero dentro de tu vagina.
Doña Cristina se sonrió y decidió dejar de torturarlo.
—Está bueno pues.
La Doña tomó su posición predilecta; se puso en cuatro con las nalgas bien abiertas y así encandiló a núbil chamaco.
—¿Así? ¿Cómo ves?
«¡Que me castren sino me cojo ahora mismo ese agujero!», pensó el muchacho, al contemplar el asterisco café que se mostraba frente a él.
—!Es el mejor culo que he visto! —exclamó Felipe.
Habiendo cambiando su decisión de penetrar vaginalmente a la Patrona, por mejor hacerlo ...