1. Pensamientos de lascivia con mi madre


    Fecha: 16/01/2018, Categorías: Incesto Autor: Hansolcer, Fuente: SexoSinTabues

    ... podía y era señal de que queríamos sexo. Lo habíamos hecho incluso cuando dormíamos en el mismo cuarto con nuestros papás. Esperábamos a que todos durmieran o creíamos que no podrían descubrirnos y nos acercábamos. Nos acariciábamos, yo le besaba la parte trasera del cuello o sus pechos, la espalda. Le encantaba, también le chupaba la panochita. Eso la hacia delirar. Beatriz era una experta en mamarme la verga, era experta en sexo. Cogiamos desde que ella tenía 10 y yo 11 y habíamos aprendido practicando lo que veíamos en revistas y algunas películas porno. También habíamos aprendido en vivo y en directo con adultos. Especialmente de 2 mujeres que nos descubrieron y prácticamente se volvieron nuestras maestras. Doña Alicia y Doña Refugio, la primera dueña de la casa a donde íbamos a ver televisión, Doña Refugio mamá de una niña vecina a la que hicimos cómplice y que tenía sexo con nosotros y la experiencia de haber sido follada por su maestro y el cura del pueblo. Cualquiera que nos viera en el día quizá no nos hubiera reconocido al momento de coger. Beatriz cabalgaba como las mejores. Los dos éramos adultos en cuerpos de niño. Le encantaba sentir mis 16 hasta el fondo –decía mi hermana – Le gustaba follar en diferentes posiciones y aunque su favorita era montarme, de perrito era una de sus favoritas. Mamar ni se diga, le fascinaba la verga, tragarse el semen, lamerme los huevos. Introducirse la polla hasta casi provocarse vomito. Era una golosa sexual. Y ahí estábamos en ...
    ... este tercer polvo de la noche. Yo arriba ella abajo, sus piernas al hombro dejándosela ir toda hasta casi sentir sus tripas y escuchar aquellos largos gemidos de placer, su respiración entrecortada, su voz balbuceante animándome a metérsela hasta el fondo, pidiéndome más. Quién diría que ese cuerpecito de 150 de estatura necesitará una polla de más de 16 cm. Mmmm aaaahhh ahhhhh ahhhh ahhhh – dame más. No la vayas a sacar, dame más. Que rico, que rico. Dame más era todo lo que podía decir. Yo estaba cachondo, a pesar de lo rico que me hacía sentir mi hermana, fantaseaba que a la que me estaba cogiendo era a mi mama. Las diferencias eran abismales, Beatriz flaca, pequeña de estatura. Mamá gordita de anchas caderas, ese chocho grandote y de labios gruesos, pero sobre todo jugoso y caliente. Aún así imaginar que a quien le metía la verga era a ella me tenía en otra dimensión. Consciente de iba acabar, gire a Beatriz para cogerla desde atrás. La puse sosteniéndose a la cama y parados los dos supimos que estábamos a punto de llegar al final de aquel polvo que hasta ahora era el más intenso de la noche. Afianzado a su culo le sembraba toda la reata, duro, con fuerza. Me gustaba escuchar el choque de sus nalgas con mi cuerpo, esos jadeos de mujer satisfecha con su hombre. Sii sii sii, que rico. Que rico, sii sii – era la larga melodía que escapaba de sus labios. Supe que había llegado el momento, la electricidad bajando por mi espalda y ese hormigueo bajo el ombligo era señal inequívoca ...