1. El Vecino Ruidoso Cap. I


    Fecha: 03/04/2021, Categorías: Bisexuales Tus Relatos Autor: Cachopo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... asustada. 
    
    - ¡Cállate joder! – Dije metiendo mi lengua en su boca. Tras romperle el pijama y apartar el tanga le clavé mi polla de golpe. Noté lo mojada que estaba y como la polla entró casi entera. 
    
    - Jaime, me haces daño, no me entra toda. 
    
    - En el culo te entraría entera, si no quieres que te lo desvirgue es mejor que te calles. – Otra vez no me reconocía hablándole así. Parecía que el encuentro con el policía me había recordado que tengo cojones. 
    
    Me la estuve follando un rato contra la pared, hasta que la llevé al cuarto en volandas y con mi rabo bien dentro. Había soltado a mi mujer, que se agarraba a mi cuello como podía para no verse atravesada por mi rabo. Me vi en el gran espejo que teníamos en el pasillo, en bolas, con mi mujer colgada como un koala, ensartada en mi rabo, y los girones de su pantalón del pijama colgando. Estuve así unos segundos y me sentí orgulloso por primera vez en mucho tiempo. 
    
    La tiré en la cama, como si fuera una muñeca. Seguía estando buena la cabrona. Desde que tuvo al niño ella se quejaba de los kilos que había cogido, pero a mí me parecía que la hacían más atractiva. La coloqué a cuatro patas y pude ver esas caderas, y su estrechísima cintura. Carla es tan blanca que, al darle una nalgada, mis dedos quedaron perfectamente marcados en su piel. Pensé en mi vecino, Alejandro, como su piel igual de blanca estaba llena de marcas similares. Le follé duro, escuchaba sus gemidos, y se corrió en cuanto le empecé a masturbar su ...
    ... hinchado clítoris. Me puse de cuclillas, tal como había hecho el policía con mi vecino haciendo que su cabeza se apoyase en el colchón. Empecé a sudar, la posición era incomoda, y mi mujer se quejaba mucho, a pesar de su disfrute. Tuve que decirle que mordiese la almohada, aunque en seguida cambié de idea. Quería que mi vecino nos escuchase y agarré su pelo haciendo que levantase la cabeza. Ya sabía porque molaba follar así, mi polla parecía que iba a romper el coño de mi mujer, me sentí el puto amo del mundo, el dueño de su coño.  
    
    Le seguí dando un buen rato, hasta que pensé en sus pechos, que debían moverse en mil direcciones. La giré y allí estaban, hinchados, llenos de leche, con los pezones más abultados, y decidí probar ese manjar que me había negado todo este tiempo. Su leche sabía dulce, pero me dio mucho morbo, y los tenía tan sensibles que se volvió a correr la muy zorra. La folle duro, levantado sobre mis brazos para hacer más fuerza. El cabecero de la cama chocaba contra la pared haciendo mucho ruido, y la cara descompuesta de mi mujer, despeinada, con los pechos rojos marcados por mis manos y mis dientes me pusieron muy cachondo. No pude aguantar más y solté toda mi leche en su coño, gruñendo como una bestia y pensando en el policía. Pensando en que estaría orgulloso de mí. 
    
    Caí a un lado, muy sudado, aquel día hacía mucho calor. Miré al techo un rato y luego vi a mi mujer como ida, tumbada a mi lado. Tenía el coño rebosando leche, y el pantaloncito hecho ...