Gimnasio
Fecha: 21/01/2018,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Esto me pasó no hace mucho. Soy un joven de 19 años que con cierta frecuencia tengo sexo muy satisfactorio con mujeres. Como acostumbro ir a un gimnasio, por las noches, después del trabajo, eso me ha dado oportunidad para hacer conexión con varias señoras maduras y aburridas, que buscan poner un poco de emoción en sus vidas. Como consecuencia de ello, he venido teniendo más sexo del que yo me imaginé alguna vez.
Sin embargo, en un gimnasio es cosa normal, al entrar a los vestidores, ver a hombres en distintos grados de desnudez, ya que las circunstancias dan lugar a ello, y nadie se extraña ni se escandaliza, porque es común.
En abril de este año, se presentó al gimnasio un chico nuevo. Un muchacho moreno, de unos 23 años, alto y muy bien dotado en todos los aspectos, atlético y muy bien marcado en el abdomen, con una personalidad abierta y atrayente. Su nombre era Bobby. Desde el primer momento me sentí atraído por él.
Nos hicimos amigos y acostumbrábamos trabajar juntos nuestras rutinas de ejercicios. Generalmente, terminábamos ya algo tarde, cuando todos o la inmensa mayoría de los demás asistentes ya se habían marchado. Así, era común quedarnos solos, excepto por la presencia de don Chepito, un señor ya grande, quien es el guardián, y que vive en una habitación arriba del gimnasio.
Todo comenzó una noche, cuando yo me estaba vistiendo. Bobby terminaba de bañarse, y salió del cubículo de la ducha sin la toalla que acostumbraba ponerse alrededor de la cintura. ...
... Mientras se secaba, conversaba conmigo, mostrándome libremente sus genitales. Yo no ponía atención a lo que él decía. Sólo tenía ojos para aquel pene que le colgaba entre las piernas.
Sin dar muestras de haberse percatado de nada, Bobby terminó de secarse y fue a vestirse. Esa noche y todo el día siguiente, pasé pensando en esos genitales.
A la noche siguiente, después de haber terminado nuestra rutina de ejercicios, yo me estaba bañando, cuando él entró al cubículo de ducha en que yo me encontraba y cerró la puerta. Estaba desnudo, y traía una respetable erección que inmediatamente monopolizó mi atención. Sin mediar palabra, se acercó a mi y tomó mi pene en sus manos, comenzando a darme masaje. Yo me sentí completamente desconcertado, ya que no esperaba esto.
Después de un momento de confusión, me abandoné a sus caricias. Él me besó y, sin saber cómo, yo mismo tomé la verga de él entre mis manos y comencé a acariciarla. Tras unos minutos, salimos de la ducha y él se sentó en la banca donde uno se viste y con voz suave me pidió que se la mamara. Yo me quedé desconcertado, ya que nunca había hecho algo así, ni había tenido antes un pene en mi boca, pero finalmente comencé a hacerlo, mientras sujetaba su miembro con una mano y yo mismo me masturbaba, con la otra.
Mamar aquella verga fue una experiencia realmente novedosa y diferente para mí. Confieso que me gustó, y me excitó de manera extrema. Cubrí de besos el glande y lo lamí completamente. Tomando el glande en ...