De Sexo, Drogas y Otros Placeres (Parte 3) - Relatos Eróticos

De Sexo, Drogas y Otros Placeres (Parte 3)

... esto solo para verme de lo más atractiva para los chicos y recibir mi recompensa como niña buena en cada orificio de mi cuerpo. El solo pensar en ello me hizo temblar las piernas. Una vez limpiecita, abrí una vez más el maletín que contenía mis prendas favoritas para la ocasión. Ya había tenido mi debut como ¨secretaria¨, así que ahora me vería un poco más casual y fresca, pero sobretodo, irresistible. Escogí por lo tanto un vestido rojo con estampado de flores, muy entallado, ligero y corto. Al igual que el primer outfit este me cubría poco más de las nalgas y de la misma forma, era bastante provocativo: era vestimenta digna de alguna escort, prostituta o bien, simplemente de una chica que pide a gritos una cogida. Además de lo escandaloso del vestido en cuanto a su estilo, este también dejaba parte de mi espalda y hombros visibles, lo que esperaba incitara a alguno de los tipos a besar esas partes de mi cuerpo, pues me volvía loca la sensación de labios y lengua recorriendo dichas zonas. Si a esto le agregamos lo entallado del traje que remarcaba mis curvas y levantaba mis dotes pues bien podría decirse que el atuendo cumplía la doble función de gustar a mi público y a su vez, facilitar mi propio goce al exhibir mi cuerpo de forma sexy y hacerme ver linda. Me puse unas pulseras doradas, un par de arracadas y un collar plateado con pequeñas tiras que realzaba mi pecho y cuello dándole además un tinte elegante al vestido. Finalmente, me acomode de nuevo el sostén negro de ...

... antes, pero cambie las medias por unas nuevas (Pipe las había rasgado durante el lap-dance) y la tanga por una limpia. Acomode mi cabello, me mire en el espejo y quede impresionada por verme una vez más como chica, una muy linda y atractiva chica que no solo era hermosa sino también una verdadera putita dispuesta a todo.
Tras esta revelación, salí del baño para dirigirme a la recamara de Pipe, esta vez con un paso de mis tacones confiado y tranquilo: sin temor o nervios, y más bien con absoluto control sobre la situación: me sentía pues como la verdadera Anel, no tanto como un alter-ego, pero como una entidad que había invadido mi cuerpo y nublado mi juicio, pera tener un sencillo objetivo: disfrutar del placer carnal. Me había convertido en una auténtica hembra en celo y hasta cierta forma en una efigie de la lujuria. Esto sumado al trip psicotrópico en el cual me encontraba, me impedían pensar con la cabeza fría lo que estaba por hacer: en su lugar solo podía pensar en las vergas que hace poco había calentado, mamado y ¨vaciado¨ y que ahora me esperaban impacientes por más deleite. Toque a la puerta y de inmediato me respondió Pipe con un imperativo ¨¡pásate chiquita!¨. Sin más abrí la puerta y de nuevo el mismo escenario de antes me dio la bienvenida: la televisión proyectando una película porno con una ladyboy japonesa como protagonista, música adecuada para un ¨rave¨-psytrance-tocando a buen volumen, las ventanas cubiertas con fina tela rosada, la mesa con diversas ...