Entre compadres todo se perdona - Relatos Eróticos

Entre compadres todo se perdona

... pinga. A lo que sin dudarlo se dejó caer sobre mi mástil erecto. Así podía aprovechar para comerme esas deliciosas tetas, mientras ella en un frenético esfuerzo buscaba un nuevo orgasmo. En unos minutos, estábamos sudando y ella anunciaba nuevamente la culminación de su esfuerzo, y para lo cual yo también estaba listo. En un glorioso momento, tuvimos los dos un orgasmo y vacié toda mi lechita en su concha, mientras ella ya de forma desordenada, terminada con algunos saltos sobre mi miembro, terminando de recoger las mieles para su cuerpo.
Estuvimos juntos un rato y luego nos fuimos a bañar. Todo aderezado por interminables besos.
Le prometí que haría todo lo posible para que nos pudiéramos reconciliar y que Ester y ella vuelvan a ser amigas.