Madre, hija y abuela, folladas entre los plátanos
Fecha: 27/01/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Mi amigo Jorge heredó una finca de plataneras que le da para vivir holgadamente sin pegar golpe. Sus plátanos se venden en supermercados, pero él, para entretenerse y para ligar, también realiza ventas ambulantes en zonas turísticas aprovechando el tremendo maletero de su monovolumen. Guaperas de treinta años, alto, moreno y bien dotado de genitales, Jorge no tiene problemas para entenderse con las guiris porque además habla inglés y chapurrea el alemán. Normal que un tipo así tenga un montón de historias de cama de las que te ponen los dientes larguísimos. Aquí va una que me contó no hace mucho:
Aquellas tres turistas suecas llevaban un par de días acercándose al monovolumen para comprar plátanos. A Jorge le resultó fácil entablar conversación con ellas —madre, hija y abuela— porque las dos primeras estudiaban español y les encantaba practicarlo. Pronto supo que Erika, la madre, de unos cuarenta y cinco años, estaba recién divorciada y que su hija Greta, de dieciocho, hacía patinaje sobre hielo. A Jorge tampoco le pasó inadvertido que la abuela Helga, sesentona, se conservaba estupenda y aparentaba tener menos edad. Él opinaba con rotundidad que las tres eran tres rubias atractivas, guapillas de ojos azules y muy parecidas de cara, pero bien distintas de cuerpo. Erika estaba super buena y era alta, tiposa y de grandes tetas, mientras que la joven Greta, que tampoco tenía desperdicio, era menos alta que su madre, delgada, tetas de buen tamaño pero no grandes y culo ...
... escaso, duro, de bonito contorno. Incluso la abuela Helga tenía un cierto puntito sexy a pesar de que era la regordeta del trío. Sus tetas, ya caidillas, recordaban por su tamaño las ubres de una vaca, pero a mi amigo lo ponía palo su culote redondo, de nalgas modeladas y todavía aparentemente recias.
Jorge vio los cielos abiertos cuando las tres nórdicas le indicaron que tenían mucho interés en conocer todo lo relacionado con el plátano y con el cultivo del plátano, algo verdaderamente inusual en las turistas, más proclives al baño en la playa o en la piscina y a broncearse tumbadas al sol como lagartos. Estas guiris eranraras avisa las que les gustaba empaparse de las singularidades de los sitios que visitaban. Así que Jorge, viendo una ocasión de oro para ligar, les ofreció que visitaran su plantación:
—Sería una excursión original, muy distinta a las que figuran en los programas de las agencias de viajes, y yo estaré encantado de hacerles de guía. Recorrerán mi finca de punta a punta y les explicaré todo sobre el plátano y su cultivo, dijo Jorge solícito, pero disimulando su entusiasmo para no levantar sospechas.
Antes de que ninguna de ellas respondiera, siguió abrumándolas con otra invitación complementaria a la anterior:
—Y, dado que las tres me caen estupendamente, también están invitadas a comer en mi casa rural, construida en el centro de la plantación. Podrán disfrutar del campo, del aire puro, y hasta de una estupenda piscina.
Madre, hija y abuela se ...