1. Madre, hija y abuela, folladas entre los plátanos


    Fecha: 27/01/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... sus oscuras areolas. Greta sentía una excitación tremenda, desconocida para ella, pero esa calentura se convirtió en fuego puro cuando Jorge decidió centrarse más específicamente en su entrepierna, ya fuera comiéndole y lamiéndole los labios de su rosado chochito o lengüeteándole y sorbiéndole su crecido clítoris. Envuelta en una nube de placer, Greta parecía ida total, arrebatada, y de ahí que Jorge optara por no retrasar más la penetración que ella pedía casi a gritos. Así que le metió la polla, toda, entera, pero sin prisas y sin pausas, haciendo que la sintiera entrar centímetro a centímetro, y enseguida ya pudo follársela a todo tren, a destajo, metiéndole el pollón hasta lo más hondo, hasta recovecos de aquel joven coño que nunca antes habían sido horadados. Greta ya había follado con anterioridad, claro, pero una cosa era echar un polvo rapidito con un noviete del instituto y otra muy distinta follar a pelo con un hombre curtido en estas lides como Jorge, profundo conocedor del cuerpo de una mujer. Por primera vez en su vida, aquella chavala nórdica pudo correrse lo menos tres veces, la última coincidiendo además con los chorros de lefa que Jorge le descargó dentro del chocho. Greta alucinaba con lo que le estaba sucediendo, pues Jorge había conseguido que volara, que visitara paraísos, que supiera por primera vez lo que era un orgasmo de verdad y hasta varios de ellos en cadena. Para Greta aquel soberbio polvo fue una experiencia única y maravillosa, el cielo en la ...
    ... tierra…
    
    Reposaron un ratillo allí mismo, sobre el césped, y luego Greta optó por zambullirse de nuevo en la piscina. Poco después se desperezó Jorge, pero éste prefirió entrar en la casa para ver cómo estaba el panorama. La abuela Helga seguía durmiendo en el sofá y, sorprendentemente, Erika se había metido a ama de casa y había recogido la mesa del comedor y fregado los platos. Dejó la cocina tan brillante como los chorros de oro.
    
    —Gracias Erika, pero no tenías que haberte molestado. Eres mi invitada, no una criada…
    
    —Lo sé, Jorge, pero lo hice para ganar tiempo. Creo que ya nos deberías llevar de vuelta al hotel.
    
    — ¡¿Queeeeé?! ¡¿Tan pronto?! Me falta que darte la sorpresa que tengo para ti.
    
    — ¿Una sorpresa? ¿Qué sorpresa?
    
    —Acompáñame a la planta de arriba y la descubrirás…
    
    Erika accedió a subir a la segunda planta y, una vez allí, Jorge la llevó hacia el único dormitorio que disponía de una gran cama de matrimonio. El tipo empleó exactamente la misma táctica directa que practicara horas antes con la abuela Helga; es decir, se limitó a sacarse el bañador y a quedarse en pelotas delante de Erika, otra vez con el nabo no empalmado del todo, pero sí morcillón y ya dando una idea de su colosal medida. Boquiabierta, Erika no salía de su asombro:
    
    — ¿Te gusta lo que ves, Erika? Es la sorpresa que te reservaba…
    
    —Eres un grosero y un maleducado. No me van tus maneras de comportarte.
    
    Jorge no hizo ni puto caso a esas palabras de Erika, le agarró una mano y ...