Cogiendo con mi hijo -1
Fecha: 29/01/2018,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Josefine, Fuente: CuentoRelatos
Acabo de cumplir 42 años de edad y dos de separada. Tengo dos hijos, Pablo, de 20, y Sofía de 16. Con Gustavo, mi ex marido, nos conocimos en la secundaria y nos pusimos de novios en cuarto año. Ya egresados y con 20 años nos casamos muy enamorados, y así nos mantuvimos hasta hace tres años cuando, por problemas económicos que hasta entonces nunca habíamos tenido, la relación se desgastó y decidimos alejarnos, sin dejar de querernos ni estimarnos tanto como el primer día. Es más, en los últimos meses cada tanto tenemos encuentros sexuales en los que la paso (y pasamos) 10 puntos. Lamentablemente, al menos por ahora, quien sabe más adelante, no es el momento de volver a estar juntos, aunque lo hemos charlado varias veces y la idea nos gusta a los dos, y supongo que a nuestros hijos también... bueno, al menos a Pablo hoy creo que no. ¿Por qué? Paso a explicar.
Sin peleas fuertes de por medio, con Gustavo acordamos separarnos. De inmediato dejamos de tener una relación fluida, salvo por lo concerniente a nuestros hijos y lo que tiene que ver con los apremios económicos. Al principio, con él nunca nos juntamos a tomar un café por ahí, ni nos encontramos en casa para cenar o almorzar la familia toda. Desde el comienzo de nuestra separación, preferimos hacer las cosas así porque supusimos que sería más sencillo sobrellevarla.
Solo ocho meses después de separada, me animé a salir con un compañero de trabajo. Pintón, buen tipo, alegre, Federico me terminó convenciendo para que ...
... un sábado en la noche fuéramos a tomar algo primero, al cine después y a cenar por último. O mejor dicho, anteúltimo, porque para cerrar la velada terminamos cogiendo en cada rincón de su departamento. Ni el lavadero se salvó de nuestros polvos. La pase muy bien, para qué negarlo. Pero ni por asomo fue una noche comparable a las que pasaba con Gustavo. No tengo queja alguna de Federico, pero mi ex sí que me cogía como los dioses. No le faltaba ni imaginación ni potencia. Para él, cinco, seis o siete polvos en cada culeada eran como si nada. Era evidente, también en el sexo lo extrañaba, pero habíamos tomado una decisión que, por dura que fuese, debíamos respetar al menos hasta cuando ambos sintiéramos que era nuestro momento.
Cuando Pablo me vio volver a casa el domingo al mediodía, no lo tomó a bien. Aunque no hizo escándalo, su mala cara y actitud hacían evidentes que no estaba de acuerdo con mi salida, sobre todo porque en esos momentos él tenía la esperanza que de que sus padres volvieran a estar juntos. Como su postura parecía inamovible, unos días después decidí hablar con él. Entendió a medias, pero creo que más para dejarme conforme que por convencimiento propio. Y entonces cedí yo: no saldría con nadie más hasta ver que pasaría definitivamente con Gustavo. Estuvo de acuerdo y nuestra relación volvió a su cauce normal, al menos era lo que creía yo...
Soy una mujer de buen cuerpo. Sin ser una diosa, tengo muy en claro que sí soy linda, incluso de cara. Morocha, ...