1. Cogiendo con mi hijo -1


    Fecha: 29/01/2018, Categorías: Lesbianas Autor: Josefine, Fuente: CuentoRelatos

    ... de piel clara, lomo mantenido a base de una dieta saludable y ejercicios en el gimnasio, al que vamos con Sofía dos a tres veces por semana, en la calle no dejo de sacar miradas de hombres cuyas edades van de los 15 a 50 años. Además me gusta vestir bien, sin que por esto se entienda vestir con ropa de marca. No. Sólo bien, con ropa de moda acorde a mi edad, colores vivos, moldes que acentúen mis virtudes y escondan o hagan parecer mejores aquellas características que no me gustan, como por ejemplo mis tetas, que no son enormes sino más bien chicas: miden 85. Además soy una mina muy caliente. Necesito sexo. Lo amo. Me enloquece. Me da vida. Me rejuvenece. Con Gustavo siempre lo tenía, a cualquier hora del día y donde fuera. No sé cómo aguante esos ocho meses hasta abrirme de piernas con Federico. Creo que fue más bien la depresión post separación lo que disimuló la necesidad de las hormonas.
    
    A partir de que hablé con Pablo, lo noté cambiado. Los primeros meses pensé que era puro entusiasmo de parte de un chico esperanzado por saber que su madre se reservaba sólo para su padre. Muy cariñoso, compañero, buena onda, atento, seductor... ¿Seductor? Un día mientras estaba en la cama mirando tele pero en realidad pensaba en el cambió positivo de mi hijo, se me cruzó por la cabeza ese adjetivo calificativo: seductor. A partir de entonces me inquieté y decidí prestar más atención en sus actitudes y ver si estaba o no en lo cierto. Entonces caí en la cuenta de ciertas “nuevas ...
    ... cosas” en él: andaba en bóxer muy a menudo, y mil veces me abrazaba cuando sólo estaba vestido con ellos. Al terminar de ducharse salía del baño con la toalla atada en la cintura y siempre pasaba por delante mío, así estuviese en la cocina. Sólo se cuidaba de hacerlo si Sofía estaba en casa. Piropos del tipo “que linda estás mami”, “epa que pollerita te pusiste, que buenas piernas”, “si fueras la mamá de un amigo, ay Dios lo que no haría”... Si, era obvio, me estaba seduciendo y yo tardé meses en darme cuenta. Y pensar que creía que su rol de “buen nene de mamá” era por su felicidad de verme posiblemente de nuevo junto a su papá.
    
    Ya hacía tres meses que me había visto con Federico. Necesitaba acción y sólo me satisfacía masturbándome en cualquier lugar de la casa a cualquier hora, siempre que los chicos no estuvieran. Sólo en la ducha o en mi habitación a la noche, lo hacía aunque ellos se encontraran. Y de la indignación que tuve en un principio por verlo así a Pablo (nunca me animé por pudor a recriminarle nada) fui pasando a sentir cierta mezcla de indiferencia y curiosidad. Indiferencia no es la palabra. Definitivamente no. Sería más acorde decir “necesidad”. Que luego se transformaría en alegría, ansiedad y vicio. Una noche, estando yo en la cama y luego de que mis hijos se hayan despedido de mí para irse a dormir, me sorprendí masturbándome pensando primero en mi ex. En el ratoneo que pasaba como una película por mi mente, yo disfrutaba a pleno me mojaba, acariciaba mis ...