1. Cena


    Fecha: 01/02/2018, Categorías: Incesto Autor: sugarblood, Fuente: CuentoRelatos

    ... hoy no quiero más – mentí para que me rogaras más, so me hacía sentir tu única dueña-.
    
    -Vamos mi amor, no me hagas hacerlo a la fuerza, tengo una sorpresa para ti mi amor.
    
    Tus palabras una a una me encantaban y me hacían tener pequeñas tensiones emocionantes a lo largo de todo mi cuerpo. Sin pensarlo dos veces asentí con mi cabeza susurrándote a tu oído:
    
    -Tienes permiso de jugar todo lo que quieras con tu gatita.
    
    Esa frase sacó, sin que yo lo supiera, lo más salvaje de ti. Me diste u n tierno beso y después de eso el Alex tierno y amoroso desapareció por horas. Me prepare emocionalmente para no hacer o decir algo que quisieras sin tu consentimiento.
    
    Sin prisa laguna, me amordazaste y ataste mis manos juntas detrás de mi espalda. Lanzaste mi ropa a un lado y me pusiste boca abajo, con mi cabeza abajo y mi trasero arriba. Con una lasciva y un morbo que jamás había visto en ti, tomaste un dildo que no sé de donde sacaste. Mis ojos se abrieron como platos y tu solo sonreías con lasciva. Esa sonrisa hacía que mi cuerpo empezara a desearte, un fuego corazón me invadió al sentir centímetro a centímetro como ese dildo tocaba todo de mí. Con violencia me hiciste abrir las piernas y me ordenaste quedarme muy quieta y no emitir ningún sonido. La punta de aquel artefacto estaba tibia y se deslizaba lentamente por los labios de mi vagina. Intentaba no gemir, esa era tu orden y no podía desobedecer. Pero simplemente mi cuerpo me traiciono y mis gemidos, aunque muy suaves, ...
    ... se escucharon. Sonreíste de nuevo y supe que me castigarías. Te acomodaste de tal manera que tenía tu miembro en todo su esplendor frente mi cara, mientras aun seguías recorriendo de arriba a abajo los labios de mi vagina con el dildo.
    
    Mi boca se hizo agua, quería desesperadamente chupártela, se veía tan dura y húmeda y casi rozaba la mordaza que tenía. El calor se hizo agobiante y la combinación de tu pene en mi cara provocándome y las caricias en mi vagina me iban a hacer explotar. De pronto sin avisar metiste el dildo por completo, yo estaba tan lubricada que no dolió nada, mi tortura empezó cuando me ordenaste de nuevo no hacer ningún sonido. Sacabas y metías el dildo rápidamente, mi cara hacia una mueca de placer y agonía que de seguro te encantó.
    
    Seguía tu orden y no hacía sonidos, no gemía, pero mi rostro y mi mirada lo decían todo. Te suplicaba con la mirada que me dejaras gemir, no podía aguantarlo por mucho. Me diste una suave bofetada en la cara y bajaste la mordaza. Creí que ibas a soltarme, pero hasta ahora comenzabas.
    
    Abriste mi boca y empezaste, literalmente, a violar mi boca. Metías tu verga hasta al fondo a la vez que el dildo, luego lo sacabas, me mirabas y repetías lo mismo. Mi saliva se deslizaba por mis labios, el mete y saque de tu verga y el dildo me estaba haciendo ir al paraíso.
    
    Tu verga ahogaba los pocos gemidos que se me escapaban que por suerte no escuchaste. Podía ver tu cara de placer, cerrabas los ojos y mordías tu labio inferior ...