El mejor amigo de mi marido
Fecha: 02/02/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: roberxl, Fuente: RelatosEróticos
... aire fresco e inquietante para los hombres. Pero eso sí, las uñas siempre largas y afiladas para mantenerlos a raya.
En fin, siempre he creído que me merezco algo más, esa siempre ha sido una constante en mi vida. Un coche deportivo, una casa mejor, otro trabajo, y por qué no, un hombre que haga que me tiemble el pulso al acercarse y que me falte el aire cuando me mire. Alguien que me anime y ayude a hacer las locuras que dan sentido a la vida, y no que me reprima mis ganas de adoptar el perro que he deseado desde niña. Quiero disfrutar de una vez con alguien que me haga perder la razón, que me haga suplicarle sexo, que me trate como a su diosa pero me someta destrozándome de placer. Tengo que saber qué siente una mujer estando así con un hombre.
20 de Septiembre de 2018.
El día que llegó nuestro invitado me arreglé un poco más de lo habitual. Ya era media tarde, por lo que quería que mi aspecto fuera el ideal para salir de cañas por ahí. Me puse informal, pero mona. Vaqueros pirata ceñidos de color claro (las faldas no me van) y blusa blanca entallada que acentuara mis pechos y mi piel morena. El pelo, rizado y con mechas rubias naturales, en un recogido sexy, apenas maquillada, lo justo para resaltar mis ojos azules y labios sugerentes, y por supuesto, taconcitos (sé que suena engreída, pero una mujer conoce sus armas).
A las 17h sonó el timbre, y Martín que estaba en el despacho fue a abrir. Entonces lo vi…
Me quedé impresionada, quiero decir, no era el ...
... tipo de hombre que me imaginaba, no sé, tipo Indiana Jones con ropa caqui, no, nada de eso, era un caballero corpulento, moreno, elegante y fresco a pesar de los años vividos. Con pelo muy corto y mirada intensa, dientes blanquísimos y facciones marcadas entorno a una sonrisa inquietante de chico malo… Y Dios, ¡qué brazos!… Llevaba una camiseta entallada de color gris, que dejaba a la vista unos bíceps fornidos de piel tostada y unas grandes manos que sujetaban como si nada su equipaje.
Después, al pasar me fijé que con tacones no era más alto que yo. Me fijé en sus vaqueros envejecidos, en su trasero redondito y en ese bulto al lado izquierdo de la cremallera. Caminaba altivo, casi arrogante sobre unas sandalias, y en el tobillo derecho intuí un misterioso tatuaje. Me quedé como tonta mirándolo, admirándolo.
-Rober, te presento a mi mujer, Adoración. Bueno, Dora.
-Dora, un placer conocerte. Me dijo acercándose. Mirándome a los ojos me dio dos besos en las mejillas. Su olor era una mezcla de alguna fragancia sport y sudor, muy intenso y masculino. Olía a un hombre seguro de sí mismo y te hacía sentir a salvo a su lado, pues parecía de esos tíos con nervios de acero que siempre lo tienen todo bajo control. Cuando Martín se apartó, me quedé inmóvil mirando sus ojos, de un verde ceniza que parecían escogidos para su tono de piel y su cabello negro. Era un sueño hecho realidad. Comprobé por el hueco de su camisa que llevaba un colgante metálico, era un silbato metálico ...