El calvario de Luciana (6)
Fecha: 03/02/2018,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
-Tu ex empleadita ya fue estrenada, querida, y el cliente quedó chocho con ella. –dijo Emilia para iniciar la conversación. En realidad estaba deseando tener a Graciela entre sus brazos, pero no pensaba demostrárselo para ser ella quien mantuviera el control y dirigiera las cosas.
-No me digas, qué bien, así que la nena ya es una prostituta.
-Exactamente, y también un animalito. La hemos dejado con una capacidad cerebral mínima y una memoria muy corta, tenés que verla.
Graciela aprovechó la oportunidad y dijo:
-Me encantaría, pero no puedo caer por ahí sin ser invitada. No es mi estilo.
-Oíme, esta tarde pienso ir de shopping con ella para comprarle alguna ropa y calzado, todo muy de puta. ¿Querés acompañarme?
-Por supuesto, me gustará mucho. ¿Dónde nos encontramos y a qué hora?
-A las cinco de la tarde te espero con ella en Santa Fe y Rodríguez Peña.
-Perfecto, ahí nos vemos. Un beso.
-Otro, pero de lengua. –dijo Emilia y cortó la comunicación.
Graciela respiró hondo, se echó hacia atrás en el sillón y no pudo ni quiso contener el gesto de llevar una mano a su entrepierna, por debajo de la falda. Con gusto se hubiera masturbado, pero Rolando podía llamar a la puerta en cualquier momento y con un largo suspiro retiró la mano.
A las cinco menos cuarto de la tarde le avisó a Rolando que ya no volvía.
-En todo caso te llamo a última hora por si hubiera novedades. –le dijo.
-Bueno, arquitecta, hasta mañana entonces.
Y a las cinco menos ...
... cinco estaba en la esquina de avenida Santa Fe y Rodríguez Peña, mirando ansiosamente su reloj a cada rato.
Emilia y Luciana descendieron de un remís a las cinco y dos minutos. La proxeneta llevaba del brazo a su putita y sonrió al ver a Graciela, que había pensado no moverse y que fuera Emilia quien se le acercara al llegar, pero no pudo contenerse y avanzó hacia ellas.
-Hola, Emilia; hola, Luciana. –saludó tratando de aparentar tranquilidad.
-Hola, arquitecta, usted me ayuda. –dijo la chica y posó en Graciela sus ojos ausentes. La arquitecta la miró con una emoción rara, algo así como una mezcla de morbo y culpa.
Emilia tomó la cara de Graciela por la barbilla y le dio un beso en la boca, que Graciela abrió inmediatamente para dar paso a esa lengua invasora, avasallante, posesiva, inapelable, y así lo sintió la arquitecta, que cuando Emilia decidió dar por terminado el beso tenía las mejillas rojas y respiraba agitadamente. Se recompuso con esfuerzo y asintió cuando la proxeneta dijo tomándola de un brazo igual que a Luciana: -Bueno, vamos por la ropita de mi pichona.
Introdujo a ambas en una galería comercial y fue hasta el fondo en busca del local que le interesaba, donde vendían cierta ropa muy especial.
La chica que atendía estaba sentada tras el mostrador y al verlas lo rodeó para recibirlas:
-Hola. –dijo. -¿En qué puedo ayudarlas? –Y Emilia, cazadora siempre alerta, apreció con una larga y lenta mirada la belleza de la vendedora, cuya edad no debía ...