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Alex, 18 años, casi Alexia de tan lindo (4)
Fecha: 07/02/2018, Categorías: Masturbación Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... Pero el escribano ya no quería más, estaba saciado y le dejó su lugar al doctor. Otra verga para el culo del chico, el breve aunque intenso dolor inicial y luego el placer y sentir esos chorros de semen caliente y más goce al tener que limpiar la pija con su boca y tragar los últimos restos de leche mientras Ligia le acariciaba la cabeza y se complacía observando la tarea de Alex y la expresión extasiada de su cara. -Fue glorioso, señora… ´-juzgó el doctor una vez que se hubo echado de espaldas en la cama. Los otros coincidieron y Ligia se llevó al jovencito, la túnica y las ojotas mientras los sátiros se aprestaban a ducharse para luego abandonar la mansión con destino a sus honorables domicilios. Alex iba en cuatro patas y Ligia tras él, empuñando la cadena del collar. De pronto el chico comenzó a gemir. -¿Qué te pasa? –inquirió la matrona. -Es que… me… me arde la cola, señora… la entrada… -explicó el jovencito. -Sí, entiendo. Es que te comiste tres buenas pijas una detrás de otra. Pero te voy a aplicar una crema y en dos días vas a estar listo para ser usado otra ...
... vez. -Gracias, señora Ligia… -murmuró el chico y una vez en el cuarto la mujerona hizo que la esperara en cuatro patas sobre la cama para después ir a sus dependencias en busca de esa crema. -Mmmmmhhhh, sí, tenés la entradita un poco inflamada y enrojecida. –diagnosticó y de inmediato se abocó a aplicar la crema desinflamatoria en esa zona. -Mañana le voy a decir a los Amos que te den descanso durante dos días, bebé… En un rato te traigo la cena. -¿Puedo pedirle algo, señora?... –tanteó Alex tímidamente. -Te autorizo. -No tengo hambre, señora… ¿Puedo… puedo no cenar?... -Te autorizo a no cenar, nenenena… Al fin de cuentas ya te comiste tres buenas vergas… Hasta mañana… -concedió Ligia y se retiró de la habitación luego de guardar la túnica y las ojotas en el armario. Cuarenta y cinco minutos después el ingeniero, el escribano y el doctor se despedían en la cochera de la mansión antes de abordar sus automóviles. -Che, oigan, mañana tendríamos que llamar al Señor Z. –alertó el escribano. Los otros coincidieron y el escribano dijo: -Yo me ocupo. (continuará)