Marcela (I)
Fecha: 07/02/2018,
Categorías:
Transexuales
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... aprisionaban y se escapaba por los lados.
Había perdido el autocontrol y no podía resistirme, acerqué mi mano y acaricié aquella tela sufriente con mucha suavidad. Las yemas de mis dedos se sorprendieron con la húmeda calidez que despedía. Marcela se aproximó ligeramente y me besó, rozando apenas mis labios. Deposité la mano encima de su miembro y pude sentir como se movía, se enderezaba sin esfuerzo, apartaba la braguita y se asomaba al exterior. Ella se acomodó en el asiento y separó un poco más las piernas. Bajé la cabeza y besé el extremo de aquel pene ingente. Su prepucio, de una piel increíblemente suave, literalmente ardía, despedía el calor de los rayos de sol en las playas de Brasil. Con sólo aquel levísimo toque comenzó a aumentar de tamaño, hincharse y estirarse.
Con el dedo aparte la tela para acabar de liberarlo. Formé un anillo ceñido con los labios, rodeando la punta, y los deslicé con toda la dulzura de que fui capaz, introduciéndome la polla en la boca.
Recuerdo perfectamente aquel primer encuentro con su sabor: era delicioso, excitante, cálido, sutilmente salado. A medida que apartaba el prepucio con los labios apareció la tersa y delicada piel del capullo que se deslizó sobre mi lengua con suavidad. Con el dedo que apartaba la tela pude percibir que la polla de Marcela continuaba hinchándose sin interrupción, era una serpiente desenroscándose perezosa al sol. Comencé, con mucha lentitud a subir y bajar, envolviendo dentro de la boca aquel ...
... obelisco inflamado. Una y otra vez, con cada uno de los recorridos notaba como aumentaba su rigidez.
En muy poco tiempo tomó la consistencia de una barra de acero y el capullo quedo completamente descubierto. Con la lengua rodeé la cabeza del miembro y entonces pude escuchar un levísimo gemido de Marcela. Me dediqué a pasear la lengua en círculos, con mimo sobre la sensible piel que forma el alero del capullo, como si se tratase una gustosa bola de helado que se deshiciese al contacto líquido y tibio de mi lengua.
Después de deleitarme disfrutando de aquellos primeros movimientos de reconocimiento deslicé la lengua sobre el agujerito de la cabeza. Sorbí con deleite una pequeña gotita que se había formado. Lo abrí con mucho cuidado y apoyé con dulzura la lengua en el aquella pequeña abertura. Escuché un nuevo gemido. Marcela comenzó a acariciar mi nuca al tiempo que repetía: "así, así, muy bien papaíto". Volví a rodear la polla con mis labios e intenté introducírmela entera, pero fue completamente imposible, cuando aún quedaba una porción considerable noté que si avanzaba un milímetro me ahogaría.
Apoyé los dedos en el extremo libre de aquella columna de carne morena, al final pude sentir sus testículos que esperaban prietos como una bola de billar bajo la suave tela de la braguita. Empecé a subir y bajar mi boca alrededor del tronco incandescente. Me cautivó tanto la sensación de su pene resbalando dentro de mi boca, colmándola por completo, que estuve repasando el ...