Fresita, la Lagarta, la Bicha y yo
Fecha: 07/02/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos
... cachondo de lo que estaba, Bicha.
Se cabreó, más bien hizo que se cabreaba.
-¡¿Bicha?!
Me dio la vuelta como si fuese un muñeco, me quitó el botón del pantalón, me bajó la cremallera, el pantalón y los calzoncillos, hasta las rodillas. Le dio dos veces por los lados con la sandalia a mi verga empalmada. Me volvió a dar la vuelta, y me volvió a dar en las nalgas con la sandalia.
Me encantó. Sabía usar aquella sandalia gris con el piso de goma negro. Me largara a calzoncillo quitado, pero con menos fuerza. Era como si quisiera ponerme aún más cachondo de lo que estaba. Acabo de zurrarme. Me puse de pie con la polla mojada y tiesa delante de su boca. La miró. Estaba colorada como una grana. Toqué sus labios con mi polla mojada. Sacó tímidamente la punta de la lengua y la mojó con la aguadilla que salía de mi meato. Pensé que me la iba a chupar, pero calzó la sandalia, y me dijo:
-Haz eso otra vez y te pego un bocado que no paras de correr hasta llegar al infierno.
Me senté a su lado con la tranca tiesa mirando a las nubes, y le pregunté:
-¿Se va?
-Aquí no pinto nada.
-¿Qué es eso tan urgente que tiene que hacer?
-Coger seis sacos de piñas.
-Si me deja hacer algo, en media hora le cojo yo las piñas. Con el viento que hubo el monte está sembrado de piñas abiertas y cerradas.
-¡¿A ti cómo hay que decirte las cosas, Flacucho?!
-Mi polla no entiende de amenazas... Déjeme hacer algo.
-¿Cómo qué, alma cándida?
-Como que me deje comerle el ...
... coño. Me gustaría beber el moco de su corrida.
-¡La madre que te parió, Flacucho! Ahora resulta que sabes comer un coño. No sabe mi marido y sabes tú. ¡Lo que hay que oír!
-Si me dieran 100 pesetas por cada vez que se corrió... Ella, en mi boca, haría una casa, pero bueno, con que me haga algo para tirarme una paja, ya le cojo los sacos de piñas.
-Vale, te enseño una teta, te haces una paja y después me llenas los seis sacos de piñas.
-Mejor el coño, me correré antes.
No me lo podía creer. La Bicha se levantó, miró alrededor, para cerciorarse de que no la veía nadie. Levantó la falda. Casi la mitad de sus bragas rojas se habían puesto negras con la aguadilla que fuera echando su coño. Bajó las bragas hasta las rodillas, subió el vestido y me enseñó el coño peludo. Al verlo, exclamé:
-¡Diooos, que maravilla!
Sonrió al ver mi reacción.
-¿Te gusta lo que ves?
-Mi verga ahí dentro haría maravillas.
-Confórmate con mirarlo.
Empecé a sacudir la verga mirando para su coño, del que caían gotitas de jugo. De mi meato también salía aguadilla. Le dije:
-¡Quién la pudiera lamer!
La Bicha abrió su coño con dos dedos. Se acercó a mí. Se agachó y me lo puso en la boca. Lamí un par de veces aquel coño, que estaba chorreando. Se le escapó un gemido y me lo quitó de delante. La Bicha, se subió las bragas y me preguntó:
-¿Te gustó, Flacucho?
-¡Me encantó!
Pensé que La Bicha, a pesar de estar caliente a más no poder, no se quería correr, que lo que ...