1. Fresita, la Lagarta, la Bicha y yo


    Fecha: 07/02/2018, Categorías: Hetero Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    ... quería era que me corriese yo y le llenase los sacos de piñas. Se sentó a mi lado, y me dijo:
    
    -¿No querías besarme?
    
    Le pegué un morreo tal y como lo hacía con una prima mía, que se dejaba besar, magrear, que le follara el culo, y que le comiera el coño, aunque de follárselo nada, bueno, nada, de momento...
    
    Ocurrió algo que no esperaba. A la Bicha nunca la besaran con lengua, lo supe al acabar de besarla, ya que me dijo:
    
    -Eso que hiciste no es dar un beso, es, es, es babear.
    
    -Es un beso francés.
    
    -¿Y qué? Estamos en Galicia.
    
    -A lo mejor es que no se lo di bien.
    
    -Tutéame que me haces sentir vieja.
    
    Había que darle cera.
    
    -¿Vieja? ¿Cuántos años tienes? ¿Treinta y dos?
    
    -Casi aciertas.
    
    -Ya quisieran algunas jovencitas tener el polvazo que tienes tú.
    
    -En eso tienes razón.
    
    No dejé que se enfriase.
    
    -¿Otro beso? Trataré de dártelo mejor.
    
    -El último, y córrete ya.
    
    Le metí la puntita de la lengua entre los labios. Esta vez me la chupó. Después puso ella la suya en mis labios. Le chupé la lengua entera. ¡Bueno carallo! Al rato ya besaba ella mejor que yo. Cuando acabamos de besarnos, me dijo:
    
    -¿Pero tú no te ibas a correr, Flacucho?
    
    -Chúpamela. Me gustaría correrme en tu boca. Llenártela de leche y que te la tragases.
    
    -¿Y qué más, guarrillo?
    
    -Después te comeré las tetas, el culo y el coño hasta que me llenes tres veces la boca con el moco de tus corrida.
    
    -No sabes lo que dices. Yo sólo me corro una vez y no voy a dejar que ...
    ... veas como lo hago.
    
    Me arriesgué y volví a jugar con ella al juego que La Lagarta jugara con Fresita. Guardé la verga e hice amago de levantarme. Me preguntó:
    
    -¿Adónde vas?
    
    -A llenarte los sacos de piñas. Está visto que no quieres que te llene el coño de leche y, francamente, para hacer una paja, ya vi lo que necesitaba ver para hacerla a solas.
    
    La Bicha, picó, pero porque quería picar.
    
    -¿No me querías comer las tetas, Flacucho?
    
    -Y después el coño hasta que te corras. Y después...
    
    -Bájame la cremallera del vestido... o haz lo que te pida el cuerpo.
    
    La Bicha se echó sobre mis rodillas, Subió el vestido y dejó al aire las bragas empapadas. No quería que le bajase la cremallera. Quería otra cosa. Le bajé las bragas hasta las rodillas y con la palma de mi mano, ahuecada, le largué en aquellas tremendas nalgas.
    
    Me sorprendió. Gimiendo, dobló una pierna hacia delante, se quitó una sandalia, y sin decir palabra, me la puso en mi mano derecha. Le largué como lo había hecho ella.
    
    La Bicha se había puesto cachondísima.
    
    -¡Dame más fuerte, Flacucho!
    
    Me calenté y le di hasta ponerle las nalgas al rojo vivo.
    
    Abrió las piernas y vi su coño y sus muslos llenos de flujo. Le metí dos dedos en el coño y, mojados, se los llevé a la boca. Los chupó, y dijo:
    
    -¡Delicioso!
    
    -¡¿Querés más, bicha?!
    
    -¡Lo que quiero es que me des más fuerte!
    
    Le volví a dar, y con más fuerza.
    
    Sus gemidos me dijeron que se iba a correr. Aquella mujer era especial. No me ...
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