Oscar y Pepe...
Fecha: 07/02/2018,
Categorías:
Gays
Autor: renovatio111, Fuente: xHamster
... un acceso cerrado o custodiado, pero por alguna razón, habíamos corrido con suerte esta vez.Llegamos hasta la oficina. Esperaba que alguien nos detuviera en algún momento, pero no sucedió.No debe tardar en llegar – dijo Oscar – y nos meteremos en un grave problema.Tranquilo – dije esta vez yo, gozando con la asustada cara de mi amigo, cobrándome tal vez todas las que me había hecho esta mañana.Nos escondimos en un pequeño anexo, disimulado por un enorme espejo, que para sorpresa nuestra era de ese tipo que refleja por un lado las imágenes, pero por el otro es claro como el cristal. Un equipo de grabación con lo último de los avances estaba a nuestras espaldas. Seguramente algo muy común en esta época de video escándalos.El jefe de gobierno, su secretario y dos de sus guardaespaldas entraron al recinto. Oscar y yo y nos replegamos en las sombras conteniendo el aliento. Recordamos que ellos no podían vernos, y respiramos entonces con mas normalidad. De cualquier forma le puse el seguro interno a la puerta.Qué te pareció la rueda de prensa? – preguntó el jefe de gobierno a su secretario.Muy bien, señor – contestó solícito el joven, demasiado guapo y demasiado joven para ocupar ese importante puesto – aunque hubiera sido preferible no abordar el tema del paro de maestros.Ya sé – dijo el jefe malhumorado – pero ese estúpido reportero logró sacarme de mis casillas.Tranquilo, jefe – dijo el joven acercándose por detrás – está demasiado tenso esta mañana.Con absoluta familiaridad ...
... se acercó por detrás y comenzó a masajear el cuello y hombros del político. Era un gesto íntimo que ningún miembro de la prensa había observado jamás. Oscar encendió la cámara de video sin necesidad de que tuviera que pedírselo. El instinto del periodista era innato.El jefe cerró los ojos, complacido y relajado. Las manos del secretario bajaron de los hombros al pecho y se perdieron bajo el saco de fino algodón azul marino. Los guardaespaldas, de pie, miraban en silencio. No parecían en absoluto sorprendidos. A diferencia de otros equipos de seguridad, éstos vestían también elegantemente. Altos y fuertes, con los clásico lentes obscuros, las mandíbulas cuadradas no mostraron el menor asomo de sorpresa, ni aun cuando el secretario ayudó a su jefe a quitarse el saco y aflojó su corbata para desabotonar su camisa y acariciar el velludo pecho del jefe de gobierno.A sus 44 años, el hombre que detentaba la máxima autoridad en la ciudad era carismáticamente atractivo, sin ser apuesto en realidad. Oscuros ojos negros, piel aceitunada, nariz prominente de algún antepasado árabe, y esa aura que sólo el poder da a algunos elegidos.El masaje era bueno sin duda, según pudimos darnos cuenta Oscar y yo por sus apagados gemidos. Los dedos mágicos del secretario trabajaban ahora las erectas y marrones tetillas peludas, pellizcando suavemente las sensibles puntas. Un solo gesto de la mano del jefe hacia uno de los guardaespaldas bastó para que éste se arrodillara obediente junto al escritorio. ...