Oscar y Pepe...
Fecha: 07/02/2018,
Categorías:
Gays
Autor: renovatio111, Fuente: xHamster
... entre las nalgas de uno mientras continuaba picoteando el ano del otro. Sabedores de los gustos de su jefe, los recios hombres se besaban mientras tanto, añadiendo con el intercambio de lenguas un toque extra a la ya de por sí excitante escena.La verga de mi Oscar continuaba dura y húmeda entre mis manos. Volví a bajar a las profundidades, esta vez jalando sus pantalones hasta el piso, liberando sus huevos y sus muslos, por los que ascendí con besos hasta llegar a las colgantes y suaves bolas. Oscar suspiró de placer, y descubrí que aquella era una zona importante para mi amigo, Mi lengua aleteó por la base de sus velludos huevos, acariciando y excitando, mientras continuaba sobando su falo erecto. Ya no podía contenerme, y comencé a mamar en toda regla, sorbiendo con fuerza la hinchada cabeza, lamiendo el glande, probando con la punta de la lengua la parte sensible del meato y volviendo a bajar por el rígido tronco hasta sus huevos nuevamente, para metérmelos enteros en mi hambrienta boca.Mira, mira – me alertó Oscar.Subí renuente, como el inconsciente adicto que no quiere dejar el mundo feliz de sus drogas. Ahora el jefe estaba a punto de ejecutar a sus subalternos. Con la gruesa verga en la mano, parecía amenazarles y dictarles su sentencia. El secretario, aun de rodillas, miraba todo atentamente y muy de cerca. El primero en recibir tan duro y grueso castigo fue el guardia de las nalgas blancas. Su agujero se fue abriendo dolorosamente, según pudimos darnos cuenta ...
... por los gestos de su boca y la fuerza con que cerraba sus ojos y apretaba los dientes. Su compañero miraba de reojo lo que sabía que en pocos minutos iba también a sucederle. La verga terminó de entrarle y todos parecimos suspirar aliviados al ver que lo más difícil había ya pasado.Pero no fue así. Las potentes embestidas del jefe de gobierno también eran de cuidado. El guardia se aferraba al escritorio, aguantando los furiosos ataques de su patrón. Llegó el cambio de estafeta y el guardia moreno se preparó para el sacrificio. Abriéndose las nalgas, tal vez para facilitar las cosas, recibió su dotación de verga, no sin evidente dolor. El secretario había comenzado a desnudarse por fin. Se quitó todo. Desnudo como si estuviera en una playa nudista en vez de la oficina del jefe de gobierno de la ciudad.También a mí me estorbaba la ropa. Me bajé los pantalones, incapaz ya de contenerme y comencé a masturbarme, sin dejar de hacer lo mismo por mi amigo. Ambos sudábamos ya de deseo.La máxima autoridad en la ciudad estaba también llegando al límite. Se cogía enérgico el culo de uno por unos minutos, y sádicamente sacaba su verga de pronto y la enterraba sin miramientos en el otro. Nalgas blancas, nalgas morenas. Culitos calientes y apretados ambos. Agujeros donde el placer se robaba y se tomaba, sin pretextos ni dilaciones. Terminó explotando sobre ambos a la vez, llenándoles las nalgas con chorros de blanca leche que comenzó a escurrir sobre las imponentes grupas de los bravos ...