El síndrome del oso panda (10)
Fecha: 17/02/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: vero_y_dany, Fuente: CuentoRelatos
... Dany? —pensé con aprensión—. Bueno, en unos momentos iba a saberlo».
★★★
Las chicas llevamos a la mesa una jarra de café y los pasteles que, dada la cantidad de cosas que había en ella, dejé ante mi marido, en una porción más o menos despejada, por lo que hubo que pasar la bandeja de mano en mano para que todos se sirvieran. Al final, los dulces volvieron de nuevo ante Dany.
Para entonces, ya tenía la mano de Carmelo decididamente posada casi en mi ingle. Y no había ido más allá —presumo— porque tenía las piernas cruzadas.
Percibí en Juani una mirada especulativa dirigida a mi marido. Se puso en pie, y se fue hacia él.
—Es que me apetece uno de nata —le explicó, mientras se inclinaba hacia la bandeja.
No llegaba bien, de manera que se abrió paso entre las piernas de Dany, y volvió a doblarse por la cintura, con el trasero a centímetros de su rostro.
«¡Joder! Esta ya ha decidido quién será la primera con Dany —pensé».
—¿Te importa? —preguntó mientras se sentaba sobre los muslos de él—. Es que en mi sitio está comenzando a dar el sol.
Todos estaban pendientes de ella. Miré disimuladamente: Jorge tenía una buena erección. No quise mirar al dueño de la mano que, a la chita callando, trataba de abrirse paso entre mis muslos. Descrucé las piernas.
«Si va a ser, sea —pensé—. No voy a ser la única que se haga la estrecha».
La mano comenzó a masajearme la vulva, con la palma abierta. Miré hacia Dany. Juani, mientras se comía su pastel, estaba ...
... deslizando el trasero adelante y atrás sobre el pene de mi marido, que cubrió con las dos manos sus grandes pechos.
«¿Me atrevo? —me pregunté—. No, joder, me da cosa. Sí. Me atrevo».
Me atreví.
Cogí con cada mano el pene de uno de los hombres, y comencé a deslizarlas arriba y abajo. Ahora había manos en mis pechos, en mi “cuquita”, manos que recorrían todo mi cuerpo. La boca de Jorge se cerró sobre el pezón de su lado, y comenzó a succionar.
Juani se había puesto en pie, y tiraba de la mano de Dany.
—Ven, vamos a la piscina –susurró.
Él me dirigió una mirada, que se tornó inexpresiva cuando vio el “tratamiento” al que estaba siendo sometida por los dos hombres. Se encogió de hombros y siguió a Juani hacia el interior de la casa. Carla se fue tras ellos.
Los hombres no sabían nada de nuestro acuerdo, de manera que Jorge intentó seguirles, pero Sandra se lo impidió. Cuchichearon unos instantes, y al fin, él volvió a la mesa, mientras que ella iba en pos de las otras.
—Parece que las chicas han decidido darse la fiesta con Dany… las tres a la vez —informó a los demás—. De manera que a los varones nos toca hacer lo mismo con su mujer.
Bueno, yo casi lo tenía asumido, pero oírlo decir en alta voz… de nuevo sentí un estremecimiento de aprensión.
«¿Qué voy a hacer con tres tíos al mismo tiempo»? —dudé.
—Vosotros, ayudadme a despejar la mesa —pidió Jorge a los otros dos.
Sentada en el lugar que había ocupado durante la comida, asistí a las idas y venidas de ...