1. Mi cumpleaños


    Fecha: 20/02/2018, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... poco más maquillada que de costumbre, lo que le daba un aspecto muy sexy y provocativo.
    
    Me quedé boquiabierto y de inmediato me acerqué a ella para abrazarla. Me rechazó:
    
    - Desnúdate, me dijo en tono autoritario.
    
    - Ok, contesté, quitándome la ropa.
    
    Cuando estuve totalmente desnudo, ella cogió la silla de madera y la puso en diagonal, frente a la cama.
    
    - Siéntate, prosiguió ella, mirando mi erección.
    
    - Parece que te gusta que te de ordenes…
    
    - Sabes que sí, le contesté.
    
    - Pues, sentadito y sin moverte…
    
    Sandra volvió al baño y regresó con una cuerda.
    
    - Las manos detrás de la silla, ordenó.
    
    Obedecí y ella me las ató bien fuerte. No sabía hacer nudos, pero la cuerda era tan larga que pudo darme varias vueltas a las muñecas y al cuerpo, dejándome atado al respaldo de la silla.
    
    - Y ahora quiero que abras las rodillas y que pongas tus pies detrás de los pies de la silla.
    
    Tras una pequeña duda, pasé sus pies detrás de los pies delanteros de la silla dejando mis genitales descubiertos. Sandra los acaricio un poco diciendo:
    
    - Así me gusta…
    
    Se agachó y me ató, con lo que quedaba de cuerda los tobillos a los pies de la silla. Una vez más, fueron las vueltas de cuerda que me dejaron totalmente atado. No podía mover las piernas ni las manos, y solo podía mover el torso y la cabeza. Me sentía muy expuesto con las piernas abiertas y sin poder moverme. No estaba tranquilo…
    
    - Muy bien, Antonio, así me gusta, siguió ella, acariciándome el ...
    ... pecho.
    
    Bajó la mano y acaricio mi polla que estaba remolona: es lo que tiene no estar tranquilo. Mi erección volvió de seguida pero ella dejó entonces de tocarme.
    
    Volvió a entrar en el baño. Cuando regresó, llevaba la maleta en la mano.
    
    La puso sobre la cama y la abrió. Sacó su consolador preferido: el más gordo y largo que tenía, un frasco de lubricante y un juguetito de la durex que se ponía en la punta del dedo para hacer vibrar su clítoris. También sacó otra cosa: un látigo pequeño, con varias puntas y un mango en forma de pene. Sabes que no me gusta este cacharro, pero hoy he decidido que lo usaré contigo, en recuerdo de lo que me hiciste con él, el otro día…
    
    Se acercó de mi y empezó a acariciarme la cara con el mango. No se la veía muy convencida hasta que empezó esta caricia. Tal vez fuese el hecho de tener a su querido atado con una polla, aunque sea de plástico, acariciándole la cara. Se lo pasó por los labios y, a modo de desafío, lo besé, desafiándola con la mirada.
    
    Sin pensarlo, ella cogió el látigo por el mango y me atizó en el pecho.
    
    - HEY, grité, duele!
    
    - Pues, ya sabes lo que hace este chisme, me contestó, volviendo a darme un latigazo.
    
    - Sabemos los dos que te gusta lo que te estoy haciendo, así que no te hagas la nenaza…
    
    Ella volvió a usar su látigo, pero esta vez salto del pecho a los cojones y me dio varios golpes que recibí también en la polla
    
    Gruñía, mientras ella seguía dándome.
    
    - A ver si te gusta tanto usarlo conmigo después de ...
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