El metro
Fecha: 24/02/2018,
Categorías:
Voyerismo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... anima a cualquiera, es sensacional.
Estuvimos charlando un buen rato riéndonos de antiguas anécdotas y tomando el pelo a antiguos amigos. Entonces me confesó algo.
- Pues la verdad es que no tenía pensado venir a la fiesta, no tengo mucho tiempo últimamente. Pero resulta que mi novia está muy decaída. Entonces he pensado que a lo mejor se animaba en una fiesta tranquila de amigos. No pude sino contestar que era una buena idea.
- Mira, te la voy a presentar, a ver si tú la animas...
La verdad es que yo no estaba para animar a nadie, y menos a alguien con problemas sentimentales, pero no me dejó otra opción. Estuve esperando un rato cuando le vi aparecer con su novia... ¡No!. Era ella, ¿era su novia?
Mi amigo hablaba, pero no le oía, lo único que yo hacía era mirarla a ella. Era ella realmente, y estaba igual de perpleja que yo lo estaba. Entonces nos presentaron: "- Victoria, este es Andrés". ¡Sabía su nombre!. Nos dimos dos castos besos en la mejilla y hasta nos permitimos el lujo de susurrar un "- Encantado". Como nos mirábamos fijamente y no hablábamos mi amigo nos miraba muy extrañado, pero como le llamaban desde la cocina nos dejó solos, no sin antes disculparse e indicarnos que habláramos de algo, que él volvía ahora.
No hablamos, ella cogió su abrigo y yo el mío y nos fuimos directamente a un hotel cercano a la casa. Cogimos una habitación, pedimos algo más de beber y subimos. El cava llegó casi a la vez que nosotros. Cogimos las copas y brindamos: ...
... -"Por nosotros". Pocas palabras habían salido de nuestras bocas, pero todas lo suficientemente emotivas.
Estábamos junto al ventanal que daba a la calle, a la ciudad, que ya dormía. Nos mirábamos fijamente, me perdía en sus ojos, la cabeza me daba vueltas, no podía dejar de pensar en ella, en que estaba con mi amigo, en buscar los porqués, las respuestas, en desearla, en poseerla. Entonces ella me habló. - "No digas nada, no hace falta; no lo pienses, la vida la jugamos con las cartas que nos tocan."
Entonces nos besamos, y llegó la pasión, entonces la estreché en mis brazos. Nos abrazábamos con furia, como intentando que el otro no se escapara, que no se esfumara como los dulces sueños. La acariciaba con ternura, los brazos, la espalda, las caderas... la cabeza me daba vueltas, nos faltaba el aire y nuestros besos se cortaban con la necesidad de tomar aliento. Seguimos besándonos durante minutos, sin ser conscientes de nada de lo que nos rodeaba, no existía nada salvo un eterno beso.
La agarré con fuerza y la empuje apoyándola contra el ventanal, la acariciaba con intensidad, buscaba su boca, sus pechos, sus glúteos... La lujuria se apoderaba de ambos lentamente, no podíamos evitar que el deseo acumulado por no habernos visto en este tiempo saliera de forma violenta con cada caricia, cada beso... Nos empezamos a despojar de nuestra ropa, tu vestido cayó el primero al suelo, dejándome ver ese cuerpo que me torturaba de deseo, de amor, de luz... Mi camisa, mis pantalones ...