1. Cuando nos conocimos


    Fecha: 25/02/2018, Categorías: Gays Autor: DolceCaroline_, Fuente: CuentoRelatos

    ... me sentía una reina en aquel sillón, él se incorporó y me dijo que iba a preparar un cubata, no tardaría nada.
    
    Observé su bicicleta y me apoyé en la escalera -que conduciría a las habitaciones- para impulsarme y montarme encima de ella, si Martín quería perforarme, yo debía empezar a abrirme con un calentamiento vaginal:
    
    —¿Pero qué haces ahí? -Me preguntaba Martín desde la cocina, extrañado por mi colocación.
    
    —Para cualquier deporte es importante calentar y nosotros creo que vamos a practicar algún ejercicio ¿no? –Le aclaraba.
    
    — Jajajaja, muchos, muchos ejercicios, pero ¿Cómo estás tan loca?
    
    — Loca estará dentro de un momento tu miembro en mi boca. Jajajaja. Nunca inviertas el tiempo con una chica cuerda, cuentan que esas atan, mejor quédate con una loca que seguramente te querrá con locura.
    
    — Ostia no lo había pensado, pero sí que tienes razón, ven aquí, ven. -Me decía mientras me bajaba del sillín, yo rodeaba su cuello con mis brazos y apoyaba mi cabeza en su pecho.
    
    Me depositó en el amplio sofá y me acosté, derramó un poco del cubata sobre mi pecho, yo empezaba a sentirme muy fogosa, mis pezones notaron la acuosidad y respondieron fortaleciéndose, Martín limpió con su suave lengua toda la mezcla del ron y fue recorriendo mi cuello hasta llegar de nuevo a mis labios, dando lugar a besos ardientes e irresistibles.
    
    Le desabroché cada botón de la camisa sin mirar lo que estaba haciendo, continué con el cinturón, el botón y la cremallera de los ...
    ... pantalones, él se apartó de mí para lanzar la ropa y quedarse desvestido, aproveché para ponerme de rodillas simulando súplicas.
    
    —¿Notaré el aparato, me va a doler? –Me decía fijándose en los brackets que decoraban la estética de mis dientes.
    
    —Te va a encantar. –Le puntualicé.
    
    Metí la mano en el cubata y saqué un hielo prácticamente deshecho con la famosa cereza incrustada, lo deslicé por sus testículos mientras cogía con actitud su rígido miembro y lo degustaba hasta donde mi boca me permitía, no dudé en frotarle mi aparato por su glande, actitud que le gustó y deseaba mi reincidencia. Deseo concedido.
    
    Era un pene precioso con muy buen sabor y olor, Martín debió notar mi ilusión desmedida, mi risa nerviosa y mi mirada morbosa porque no pude ocultar nada, la sensación de ser dueña de su cuerpo me tenía extasiada. Lamí sus bolas gemelas, finalizando el recorrido del hielo en su tiesura varonil, la cual estaba en el límite.
    
    Me comí la cereza y le di el hueso, volví a su dureza y me daba golpes con aquella arma blanca en la cara, sin dejar de mirarle. Me encantaba ser desgarradamente sexi, ardiente, desafiante, perturbadora, exquisita, capaz de hacerle sacar el peor de sus vicios fingiendo ser una niña inocente de tímida sonrisa.
    
    — No pensaba que fueras tan mala. –Interrumpía él.
    
    — ¿Yo? Venga ya, si soy un ángel. –Me reía yo.
    
    — Pues hoy has quemado tus alas. –Reconocía.
    
    Él se acomodó para poder contemplarme mejor, aunque no aguantaría demasiado, pues estaba muy ...