1. Aficionada a leer relatos eroticos


    Fecha: 27/02/2018, Categorías: Sexo a distancia, Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... Imagínate ahora que me subo en tu cama. Siente mi aliento sobre tu sexo. Piensa que te estoy chupando lentamente el coñito.
    
    - Mmmm, mmmm.
    
    - Ahora, estoy tomando tu clítoris entre los labios, y lo estoy lamiendo con la punta de la lengua. Imagina que la introduzco ahora en tu vagina, y la muevo dentro de ella. Nota como te acaricia por dentro...
    
    - Mmmmm. Tengo dos dedos en mi... agujerito. Yo también me estoy masturbando... Dime que sientes.
    
    - Estoy a punto de explotar. No tardaré en correrme.
    
    Continué el excitante juego:
    
    - Me he subido sobre ti. Estoy acariciando tu vulva con mi pene.
    
    - Ahhhhh, mmmmmm.
    
    - ¿Sientes como te estoy penetrando?.
    
    - Ahhhhh, ohhhhh.
    
    - Me estoy moviendo sobre ti. ¿Notas como mi pene entra profundamente en tu vagina?.
    
    - Me estoy... mmmmmm "viniendo". -Su voz era ahora jadeante-. ¡Ahhhh!, ¡ahhhh!, ¡¡¡¡¡ahhhhhhhhhhhhhhh!!!!!.
    
    Hubo un largo silencio, en el transcurso del cual, eyaculé, manchando mis pantalones y el suelo. Mis suspiros se habían debido sentir también a través de la línea, porque dijo:
    
    - ¿Te has... corrido?.
    
    - Si, -repliqué-.
    
    - Yo también, pero necesito más. Tengo que verte.
    
    - No puedo -dije yo con infinita frustración-.
    
    - Ven el miércoles a mi hotel -contestó ella-. Estaré esperándote, sola, desde las cinco de la tarde.
    
    - De veras que es imposible -pero yo estaba ya cavilando el modo de acudir a la cita-.
    
    - Solo un ratito... -dijo ella melosa-.
    
    Me decidí:
    
    - No sé como lo voy a ...
    ... arreglar, pero iré. No puedo decirte a qué hora...
    
    - Te esperaré impaciente, mi amor. Un beso en tu... "cosita".
    
    Colgué.
    
    Limpié como pude los restos de mi aventura telefónica, rogando para que no quedaran manchas en la prenda. Estuve mucho rato pensando en la experiencia. Finalmente, me decidí con un encogimiento de hombros:
    
    "¡Qué diablos!. Sólo se vive una vez. Y si, al final, resulta que la foto no es suya, pues la dejo plantada, y que le den... Se lo tendría merecido, por embustera".
    
    Estuve nervioso y desasosegado el resto de la semana. El miércoles siguiente, después de comer, llamé a mi mujer, diciéndole que tenía una reunión a las siete -lo cual me dejaba tiempo de margen para volver a casa a las nueve o las diez-. Como esto no era desacostumbrado, ella sólo me dijo que viniera pronto, y colgó.
    
    A las cuatro y media, me marché de la oficina, diciéndole a mi secretaria que tenía una reunión en casa de un cliente -sin especificar-.
    
    Como a las cinco y diez, tras una parada para comprar un ramo de flores, y a pesar del intenso tráfico, logré estacionar el coche en el parking del hotel. En recepción, averigüé el número de su habitación, después de que el empleado me preguntara mi nombre, y llamara a Julia. Subí de dos en dos los escalones hasta el segundo piso, "pasando" del ascensor, aunque estaba detenido en la planta baja.
    
    Repiqueteé con los nudillos. Entre la carrera, y la excitación del momento, mi corazón saltaba en el pecho. Y tenía una erección ...
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