1. Arrepentidos los quiere Dios. (Capítulo 59)


    Fecha: 28/02/2018, Categorías: Transexuales Autor: Febarsal, Fuente: CuentoRelatos

    ... contárselo a Manolita, lo narraré. ¿Me lo prometen? ¡Sí! Vale, entonces los voy a contar.
    
    Enrique (ahora Luis) nada más cerrar la puerta de la habitación, ¡pero nada más cerrarla! Trincó a Sonia por la parte de atrás, y le "restregó la cebolleta" a la vez que le pegaba empujones.
    
    --Pero qué haces cochino! ¿es que no tienes espera? Dijo sorprendida por la actitud del falso Luis.
    
    --¡Coño Luis! Le dije aguantándome la risa. (me meaba al ver la escena) ¿Es que pretendes follarla sin desnudarte?
    
    --Si es que tiene cachondo perdido la "rubia esta".
    
    --Pues verás cuando me quede en pelotas, te vas a subir por las paredes. Dijo la "rubia esta" también riendo.
    
    Silvia muy seria.
    
    --Ahora las señoritas van a ir al baño a hacer sus cositas. ¡Por favor! los caballeros esperen fuera; son ritos sagrados en donde los varones sobran.
    
    --Sin problemas, haced lo que tengáis que hacer, mientras voy a ver si puedo aplacar a "este aninal". Dije a la vez que miraba al faso Luis con cara de guasa.
    
    Enrique (Luis) no lo pudo impedir, pegó la oreja a la puerta del baño.
    
    --¡Joder cómo mea! No sé cual de las dos es, pero la que sea, debe tener el coño como el de una vaca.
    
    --¡Calla! qué te van a oír, no seas tan descarado.
    
    ¡Bueno... Bueno... Bueno...! Las dos mujeres que salían desnudas del baño, eran de impresión. Fíjense cómo serían, que Enrique la "tenía" en el "ático", se le bajó al "sótano" de la emoción.
    
    Dijo Sonia poniendo cara de guasa:
    
    --¡Qué le ha ...
    ... pasado a mi pajarito! ¿Se ha desmayado?
    
    Tomé a Silvia por el talle y le dije:
    
    --Dejemos a estos dos que se las apañen como puedan; tú ven conmigo.
    
    --Sí, cariño, que pareces más formalito que tu amigo.
    
    No tengo costumbre de besar en la boca a las prostitutas, y mira que me acosté con todas las chicas de la Casa de Manolita, la mayoría verdaderas joyas de mujer, pero a ninguna le besé en los labios.
    
    Sin embargo al ver la de Silvia tan jugosa y carnosa, y unos dientes tan blancos como la aurora, no pude evitarlos, pegué mis labios a los suyos, y busqué su lengua.
    
    --No suelo besar a mis clientes, Arturo, pero tú, vas a ser un caso excepcional, me agradas. Me dijo con una carita tan tierna que me acrecentó ese deseo.
    
    Pero que me estaba pasando, ¿Me estaba enamorando de esta niña a mis 58 años?
    
    No folló conmigo como suelen follar las putas, ¡Si lo sabré yo! Me hizo el amor de una manera tan delicada y sutil, que me parecía que estaba echando ese polvo que se echa con la novia a los dieciocho años. No me la mamó, me la veneró con sus labios, que parecían mariposas revolteando por mi capullo.
    
    Con el dedo corazón de su mano derecha bien lubrificado de sus propios jugos, me lo introdujo por el ano sin dejar de lamerme el glande.
    
    ¡Joder que sensación más placentera! Yo, que decía que por mi culo no entraba ni "el bigote de una gamba", el dedo de silvia introducido hasta la última falange, me producía un estremecimiento extraño, pero no de dolor, era puro ...