1. Sexo en la vieja hidroeléctrica -5- un día más tarde


    Fecha: 02/03/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: superrapado, Fuente: CuentoRelatos

    ... dimensión, aunque las arcadas sean insistentes e imposibles de evitar.
    
    -¡Joder, me corro, me corro...!
    
    Viene un vacío en la mente, un estallido en el cráneo, un flujo de esperma imparable en la boca del administrativo, un gruñido animal y primitivo...
    
    Después, apenas el eco de las respiraciones entrecortadas por el esfuerzo.
    
    El administrativo, todavía de rodillas, está entretenido en exprimir del sexo las últimas gotas de lefa.
    
    Las manos del agente se posan sobre su cabeza y juegan con su pelo. De pronto, el agente se duele.
    
    -¿Qué le ocurre?
    
    -Nada. He debido de clavarme algo en una uña.
    
    -Déjeme ver.
    
    -No. No tiene importancia -dice el agente buscando no perder la intimidad erótica entre ambos.
    
    -Déjeme -insiste el administrativo.
    
    Examina los dedos de las venosas manos y encuentra un punto oscuro en una de las uñas, la del dedo índice izquierdo. Aprieta y el policía siente la molestia.
    
    -Lleva algo incrustado. Aguante.
    
    Presiona con fuerza y termina extrayendo una pequeña esfera de metal.
    
    -¿Qué es esto? -se pregunta.
    
    El agente saca una pequeña linterna e ilumina el objeto.
    
    -Parece un perdigón.
    
    -¿Un perdigón?
    
    Sus miradas se detienen una sobre otra.
    
    -Un perdigón de cartucho de escopeta de caza – concreta el agente.
    
    Los dos sienten a la vez un pálpito idéntico y enfocan la linterna sobre la pared.
    
    -Mire esos pequeños agujeros -habla el uniformado- Alguien ha disparado ...
    ... contra el muro.
    
    No soy un experto, pero la versión de su “contacto” acaba de ganar muchos puntos en veracidad.
    
    Los dos hombres tornan a mirarse cómplices.
    
    -Ahora sólo nos queda saber qué fue del cadáver ¿Lo enterró, lo escondió, lo arrojó al río...? -añade el policía apuntando con el débil haz de la linterna hacia las penumbras en las que ya se ha hundido la ruina de la hidroeléctrica.
    
    -Si era verano, en el río no habría un caudal suficiente para arrastrar un cadáver muy lejos.
    
    -Y en algún momento lo hubieran encontrado. Yo descartaría el río.
    
    El administrativo se asoma a una oquedad que en tiempos fue una ventana.
    
    -¿A cuánto está el cementerio viejo de aquí?
    
    -A no más de kilómetro y medio...
    
    -¿Y si el parricida ocultó el cadáver en él? ¿Quién iba a buscar un cadáver “ilegal” en un camposanto donde se supone que todos los cadáveres son “legales”?
    
    El agente también se asoma a la oquedad. Medita sobre la idea y dice:
    
    -Haré unas cuantas preguntas. Y usted me facilitará registros del cementerio.
    
    De repente el administrativo se ríe.
    
    -¿Qué le hace tanta gracia?
    
    -Es la primera vez que alguien me pide una gestión oficial con los pantalones a medio muslo y la polla al aire.
    
    El agente cae en la cuenta de que todavía no ha enfundado “su arma”. Algo avergonzado, la guarda.
    
    -No hable de esto con nadie.
    
    -¿Por quién me toma?
    
    -Me refiero a lo que hemos encontrado. De lo otro, lo doy por supuesto. 
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