Anita de tus deseos (capitulo 6)
Fecha: 03/03/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: cleversex, Fuente: CuentoRelatos
Casi ha pasado un mes y durante esos días el plug del culo ha ido aumentando paulatinamente: me sorprende que haya tantos tamaños. La verdad es que empiezo a sentir alguna incomodidad cuándo ando, pero la certeza de que se aproxima el día en que me penetrará por el culo me mantiene un poco cachonda, y la verdad, no sé a qué espera.
Una tarde, aprovechando que íbamos a ir de compras para aumentar un poco mi reducido vestuario, mi padre me volvió a exhibir, esta vez descaradamente. Íbamos a ir a un outlet de las Rozas dónde están presentes las primeras marcas. Ese día, cuándo llegó a casa y antes de salir, me entrego una bolsa.
—Ponte esto, —me dijo a pesar de que ya estaba vestida. En la bolsa había un vestidito corto, amarillo pálido, con dos tirantitos y poco más.
—Con esto no puedo llevar sujetador, —le dije.
—Pues, no lo lleves, —dijo papá con una sonrisa.
En los pies me puse unas sandalias amarillas con mucho tacón que fueron de mi madre, y es que desde hacía unos días exploraba su ropa: aunque ya había adelgazado unos kilos, todavía no me la podía poner.
Cuando llegamos al aparcamiento me dijo que me quitara el tanga y se lo diera. Así lo hice, se lo guardó en el bolsillo y salimos del vehículo. Iba muerta de vergüenza, notaba las tetas muy sueltas, y encima con el chocho al aire y el plug metido en el culo. ¡Joder! a la vez estaba muy excitada. Según andábamos tenía la impresión de que se me iba a subir el vestido de golpe y se me iba a quedar como ...
... si fuera una bufanda. De vez en cuándo tiraba de él hacia abajo, pero no lo podía hacer mucho para no quedarme con las tetas al aire. Papá se partía de la risa y yo me excitaba más. Me aterrorizaba la idea de que empezara a segregar allí, en medio de todo el mundo. Papá de vez en cuando, me martirizaba: me pasaba la mano por el trasero y con disimulo me movía el plug. En un par de ocasiones me metí en el baño a toda prisa para limpiarme. Compramos muchas cosas y cuándo regresamos al vehículo lo primero que hizo papá fue meterme la mano en la entrepierna. Y allí, sentada en el coche en el aparcamiento de Las Rozas Village me corrí y no fue de incógnito: bastantes personas me vieron y algunas más me escucharon. Después, como si tal cosa, papá arrancó con una sonrisa de satisfacción y regresamos a casa.
Unos días después de regresar del fin de semana en la sierra, papá trajo el listado de casas y me puse a trabajar con él. Primero estuve mirando las características de cada una para ver cuales se ajustaban a los deseos de papá y cuáles no. Con las que pasaron la primera criba, me puse a localizarlas para ver dónde estaban y si estaban bien comunicadas por metro con el centro de Madrid. Las que sí, miré en el Google Maps para ver la zona y el aspecto exterior con el Street View. Finalmente, seleccione tres: una en la colonia Mirasierra y otras dos en un lugar próximo llamado Tres Olivos y del que no había oído hablar en mi vida.
Ese fin de semana, papá llegó a casa con las ...