1. Anita de tus deseos (capitulo 6)


    Fecha: 03/03/2018, Categorías: Incesto Autor: cleversex, Fuente: CuentoRelatos

    ... siguientes chorros ya dieron en otros lugares de la cara mientras yo intentaba atrapar gotas con la lengua. Mientras me mantenía cogida por el pelo, con el dedo estuvo limpiándome los restos de semen llevándolo hacia la boca dónde lo degustaba agradecida.
    
    Me cogió de la mano, subimos al dormitorio y me hizo tumbarme sobre la cama. Me separó las piernas y comenzó a chuparme la vagina. No me dejaba correrme, cuándo notaba que me llegaba paraba y volvía a empezar. Así varias veces. Entonces, se puso a buscar algo de la caja de los juguetes y sacó algo que nunca había visto: un aro. Se lo colocó en la base de la polla y me hizo chuparla hasta que se puso dura: yo creo que incluso más de lo normal. Entonces empezó el carrusel: cada vez que tenía un orgasmo me cambiaba de postura, y así estuvimos un rato largo. Entonces se quitó el aro, estuvo besándome un buen rato y se lo volvió a colocar, y continuamos. Siguió fallándome en todas las posturas y posiciones que puedan imaginar. Su cuerpo brillaba por el esfuerzo, pero no paraba. Creo que fue la primera vez que le vi a papá marcar los abdominales. Yo también sudaba por los orgasmos y las posturas que me hacía adoptar. Casi al final, se quitó el aro, me puso a cuatro patas, me quitó el plug y cuándo creía que por fin me iba a desvirgar el culo, solo me metió un par de dedos mientras me follaba desde atrás. Se corrió al tiempo que yo lo hacía también.
    
    Después de reposar un rato, papá se fue a duchar, pero yo me quedé cómo en ...
    ... trance. Cuándo salió del baño, se preparó una copa de ginebra, apagó la luz y se sentó en el sillón contemplándome. A los pocos segundos, me deslicé fuera de la cama y a gatas me situé entre sus piernas. Me senté en el suelo y coloqué la cabeza en su regazo.
    
    Cuando abrí los ojos papá ya no estaba a mi lado para follarme, cómo todas las mañanas. Miré la hora en el móvil y no era tarde. Me levanté, bajé al salón y tampoco le vi. Sentí ruido en el sótano y bajé por la estrecha escalera: papá estaba con las pesas haciendo brazo.
    
    —Buenos días bella Durmiente.
    
    —Es muy temprano, —me quejé.
    
    —Ya sabes lo que dice el refrán: “al que madruga, Dios le ayuda”. Vamos, coge esas mancuernas, —dijo mientras sacaba una riñonera de cuero. Me la colocó alrededor de la cintura, pero me estaba muy grande: le faltaban agujeros—. Mañana te compraré una de tu talla.
    
    ¡Joder! Estaba todavía medio “sobada”, no había tomado café, ¡no me había follado! Y estaba haciendo brazo a las nueve de la mañana con unas pesas.
    
    La cosa no quedó ahí: durante una hora me tuvo saltando, flexionando y haciendo abdominales. Esto último fue lo peor: tuve que hacer los mismos que él, más de mil. Cuándo terminamos tenía el abdomen que me quería morir y me imaginaba que al día siguiente los tendría peor.
    
    —¡Venga! Vamos a hacer algo, —le miré esperanzada pensando que por fin me iba a follar e íbamos a dejar de hacer ejercicio, pero me equivoqué—. Ponte las zapatillas y vamos a correr.
    
    Flipando le seguí ...