1. ¿Cena de negocios?


    Fecha: 05/03/2018, Categorías: Gays Autor: Maria4manos, Fuente: CuentoRelatos

    ... seguía tan pegado a mí que podía sentir sus gemidos en mi pecho.
    
    Cerré la puerta por completo con una mano y bajé el pie del váter. Instintivamente él se dejó empujar por mí sobre la tapa cerrada y yo me senté a horcajadas sobre su turgente paquete, ya liberado del pantalón pero no de su cárcel privada interior. Acerqué mi boca a su oreja y susurré: "quid pro quo, Clarisse" y a sabiendas de que se lo dejaría empapado empecé a rozarme sobre él ondulando mi cadera.
    
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    (El)
    
    Nunca había estado con una mujer que desprendiera tanto flujo. Esto me excitaba todavía más.
    
    La situación es tan morbosa, excitante, ardiente y desenfrenada que no sabía cuánto iba a aguantar.
    
    El sabor de sus flujos inundaba mi boca y me encantaba.
    
    Sentado en la taza solo podía disfrutar del calor que me ardía por todo el cuerpo.
    
    Cuando se sentó sobre mi pene, comenzó un vaivén de delante a atrás, sin llegar a penetrar, me empapo toda la entrepierna cosa que provocó todavía más.
    
    Su vestido se levantó por completo dejando libre sus nalgas para ser agarradas, y acompañar el movimiento.
    
    Su cuerpo se curvó de placer, dejándome de nuevo sus pechos y su pezón a mi disposición, momento que aproveche para volver a comerlo con ansia.
    
    Mi mano bordeo su cadera, subió recorriendo su espalda hasta alcanzar su hombro.
    
    Sin poder aguantar más, hice un movimiento apartado la cadera dejando que mi polla se ensalzara para penetrarla y clavarla lo más profundo que alcanzase. La gran ...
    ... humedad y mi empujón hacia abajo desde el hombro volvió a provocarla un tremendo escalofrió que me traspasó a mí con su gemido. Sentí en ese momento que sus piernas ejercían fuerza para sentirla más adentro. Sin un gran movimiento, sentí como su coño me engullía la polla con movimientos pélvicos.
    
    Quería follarla. Clavársela. Quería correrme dentro de ella.
    
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    (Ella)
    
    Por fin lo había hecho. Tras todo el jugueteo previo, las indirectas con escote y las directas con frambuesa, con la tensión de la negociación y la risa del camarero diligente... allí estaba él y todo su deseo acumulado en mi cadera. Sus manos se aferraban a ella para dirigirla, su polla enhiesta clamando por fin su merecido premio...
    
    En ese preciso momento él era el que tomaba el control absoluto de la situación. Era la presa recién cazada y sabía lo que tenía que hacer. Un rápido y único gesto fue suficiente para penetrarme con urgencia, y toda mi musculatura pélvica empezó a trabajar coordinadamente para darle aquello que merecía. Mientras me aseguraba que mis pezones quedasen bien a su alcance, me dediqué a ir cerrando mi vagina de abajo a arriba, con un movimiento ondulante de succión. Lo notaba tan turgente ahí dentro, que no sabía cuánto podría soportar sin explotar. Esa tensión sostenida por nuestros gemidos sonidos de chapoteo en un baño semiprivado era altamente inflamable.
    
    Él empezó a empujar su cadera hacia arriba al tiempo que hacía rebotar mis nalgas hacia abajo. También mis pechos ...