1. Devolviendo la sonrisa a una Mami.


    Fecha: 08/03/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    lla sabía que iría a recogerla, así que aparqué en doble fila, en frente de su portal.
    
    Apenas se hizo de rogar y cuando abrió la puerta, mis colmillos crecieron unos centímetros.
    
    Venía con un vestido minifalda rojo, que se le pagaba perfectamente al cuerpo, resaltando todas sus curvas. Me miró con sus preciosos ojos verdes y me sonrió. Sabía que iba espectacular y quería provocarme.
    
    No se engañaba tampoco. Sabía que me gustaba y que iba a terminar follándomela. Sabía que quería jugar conmigo y ponerme cardiaco. Aunque yo también quería jugar con ella y calentarla hasta que saliera lo zorra que era y me pidiera que la follara.
    
    Ya dentro del coche sus piernas me pusieron malo. No pude ni quise evitar que mi mano las recorriera sin ningún recato. No había decidido a dónde la llevaría, pero dado que se había vestido así decidí llevarla aun sitio elegante, que me daría mucho juego. Estaba un poco lejos, pero no pasaba nada, me gustaba disfrutar de ella a mi lado en el trayecto. Y así tenía tiempo para descubrir que llevaba debajo.
    
    Cuando llegamos aparqué un poco lejos en un parking que por la noche me daría mucho juego. Tuve cuidado de aparcar de manera que quedara junto a una pared.
    
    Le abrí la puerta, le tendí mi mano para ayudarla y cuando salió, la besé con todas las ganas que ya tenía, contra el coche. Un beso largo y húmedo, en el que no sabría decir quien tenía más ganas. Abríamos seguido o incluso podría haberla hecho algo más; pero me contuve. Solo me ...
    ... permití agarrarle una teta y mordérsela por encima del vestido rápidamente. Tiré de su mano, y la conduje a la salida. Sabía que venía a mi lado luchando con sus tacones por el suelo irregular y con una sonrisa.
    
    Una vez fuera, cruzamos hasta una coctelería que tenía música. El sitio era más parecido a un pub, con distintos ambientes. No tuvimos suerte ya que estaba lleno a reventar, aunque nos hicimos con una mesa al fondo de pie.
    
    Entre el ruido y la gente la tenía muy cerca. Olía su perfume. El canalillo de sus pechos me ponía malo. Y cada vez que me acercaba a decirle algo al oído, luchaba por no morder ese cuello.
    
    Miraba por encima de su hombro y veía como muchos la miraban con deseo. A ella también le gustaba que la mirarán y la desearán. Hacía mucho que no veían más que a la mamá, en vez de a la mujer. Y el que la tuviera cerca, que la recorriera discretamente y la apretara contra mí, la hacía sentirse deseada; de nuevo.
    
    No me corté, recorrí su culo, su cintura. Mientras veía como otros cuchicheaban.
    
    Bajé a besar sus hombros y su cuello al hablarle muy lentamente. Podía notar como se le erizaba la piel con mis lentas caricias y como un ligero rubor empezó a subirle.
    
    Una silla alta de bar quedó libre y aproveché para sentarla. Ahora sus preciosas piernas lucían mucho más y sus pechos quedaban a mi alcance. Me miró como retándome a que siguiera. Y distraídamente se puso a mirar a un grupo de jóvenes de gimnasio.
    
    Ya sabía que llevaba un sostén de los que ...
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