1. Orgullosa de mi hija


    Fecha: 11/03/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... de estatura, 55 kilos, poco pecho e incluso poco bello en su pubis, pues supongo se afeitaba. La destilación de sus jugos era evidente, y era mucho según ví, en eso se parece a mí.
    
    De alguna parte el profesor sacó un condón,"responsable el hombre"- pensé ¿responsable? Me sorprendí yo misma de usar esa palabra, dadas las circunstancias. Se lo puso él mismo y a horcajadas intentó mi niña, comenzar a cabalgar ese cipote. Poco a poco se fue deslizando, dándole la espalda a él y casi dándome la cara a mi, pude ver su cara contraída de dolor y placer, pero parecía no poder consumarse la penetración.
    
    "¡uhg, ahg, profe, no puedo! ¡coño!"-decía Vanessa en su intento por ensartarse a la verga;: "!tranquila, tu puedes, ya vá, respira hondo, relájate, uff que cosa mas sabrosa, ok, putica, dale, dale!"
    
    parecía que la naturaleza se negaba, pero al final, el profesor logró su meta: empezó a cogerse a mi hija en la sala de mi casa a un ritmo firme y suave, el mete y saca era rítmico, con subidas y bajadas entre lentas y frenéticas, y ¿saben qué? ¡era mi niña la que mandaba! Ella era la que ponía el ritmo a su propio placer. ¿dónde había aprendido eso? Era obvio que algo sabía ¿o sería instinto?
    
    "¡Coño, mi madre! ¡que vaina tan rica! ¡Así, así! ¡Cójame bien profe! ¡Deme duro! ¡riiiicooo!"
    
    Un orgasmo. Luego el profesor tuvo el suyo. En las próximas horas de la ...
    ... madrugada follaron cuatro veces mas, en ése sofá, de varias maneras, pude verlas todas, bajo un árbol y en la oscuridad del patio. Ambos demostraron, sobre todo mi hija, una capacidad de aguante que ya hubiera querido yo para mi esposo y para mí, cuando estábamos casados.
    
    Exhaustos ya, al filo de la mañana quedaron rendidos de puro placer. Mi corazón latía con emoción, no era excitación, no era lujuria, era otra cosa. La luz quedó prendida, el televisor prendido; Entré. Apagué el televisor, los dos estaban en el sofá del pecado. El profesor sentado, completamente dormido, en su regazo Vanessa , roncando incluso, sudada, apoyada su cabeza en las piernas de mi colega, acostada en el sofá; Sin ningún sentimiento de reproche me paré frente a ellos, viéndolos descansar de la dura faena de lascivia pura.
    
    Pude ver a mi hija, mi niña, ahora indudablemente toda una mujer, pese a su edad; Contemplé durante un rato su cuerpo desnudo y sobre todo su cuca, su pequeña vulva de adolescente, la que no hace mucho limpié y bañé, ahora después de tamaño esfuerzo estaba roja, sudada, inflamada de las embestidas salvajes de aquel macho, todavía destilando el jugo de su propia fuente de placer; la palpé muy suavemente, pude tocar su clítoris y sus labios, tibios todavía.
    
    Una lagrima corría por mis mejillas cuando susurré: "Descansa mi niña, lo hiciste bien, estoy orgullosa de ti". 
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