1. Alicia 11/25


    Fecha: 11/03/2018, Categorías: Hetero Autor: evloguer, Fuente: SexoSinTabues

    ... más privado, podríamos hacernos cositas sin estar vigilando sobre el hombro del otro. Lo primero fue sentarse encima subiendo un poco el camisón para que esa prenda no molestase, mi mano se disparó a su piernita y fue subiendo atraída por un invisible imán hasta que se depositó cuando ya no podía subir más, estaba tocando las puertas del cielo. Mi bebita separó un poco las piernas para que pudiese correr esa barrera blanca, esa telita enloquecedora pero que aveces estaba interrumpiendo el camino hacia otras metas. Me estaba por mojar el dedo para facilitar las cosas pero esos húmedos labiecitos invitaban a mi índice pasear por allí, le metí el dedo en la boca lentamente como si metiese otra cosa allí, ella captó la intención al instante y lo chupaba como si se tratase de una barra de carne diferente, ahora le entraba todo eso y sobraba espacio. Con movimientos de su colita sobre mi resucitado animal dió a entender que ya quería otras sensaciones, ahora el dedo paseaba suavemente por aquel imberbe tajito, reconocía toda la zona y medía el agujerito del placer, su mirada denotaba ansias de que penetrase allí y obediente a sus órdenes el dedo se fue deslizando por el minúsculo túnel. Podía palpar la extrema suavidad de esas paredes internas, sabía que tenía un punto de mayor placer algo más adentro, mas hondo y escondido, pero no podría llegar hoy para visitar a ese misterioso señor G. Tuve que agregar el pulgar para masajear la parte superior de la vulvita mientras bombeaba el ...
    ... índice como si le estuviese haciendo el amor de manera convencional. Su orgasmo fue inaudible, no porque ella evitase esos ruidosos jadeos, era culpa de mi boca que se estaba comiendo la suya, parecía un monstruo devorando a su presa, hasta ocupaba parte de su naricita impidiéndole respirar. Quedó hecha un destartalado rejunte de huesitos, y mientras la miraba dulcemente reconocí que yo era el culpable de eso. Me levanté y pasando un brazo bajo sus piernitas la llevé despacio a la cama, merecía un descanso luego de todo lo que hicimos. Así en mis brazos parecía más chiquita, no podía resistirme a enterrar la nariz en esos cabellos y aspirar todo su perfume a ninfa, a diosa dueña de mi existencia. La deposité en la cama y llené esas sonrosadas mejillas con millones de besitos mientras mi mano paseaba por su colita infernal. Al retornar a mi habitación llevaba una urgencia que no podía aplazar, me acosté detrás de mi mujer, y mientras ella salía levemente de su sueño ya estaba enterrando mi espada entre unas carnes que apenas había destapado. No tuve que insistir demasiado, al instante exploté en su interior y ella se sentía super feliz por la forma en que lograba excitarme. No podía entregarme al sueño en una forma tan egoísta, quedamos hablando de las refacciones en el cole de la nena, de la compañerita tan simpática que había traído a casa, y en estas reflexiones se quedaba un poco, como si quisiera decir algo más, me pareció que la animarían unos empujones del guerrero que ...