1. Mis hermanas, mis amantes


    Fecha: 17/03/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Título: MIS HERMANAS, MIS AMANTES
    
    AUTOR. GALLEGO VERDE
    
    Cuando fallecieron mis padres y mi cuñado Raúl en un accidente de circulación, me quedé, a mis veintidós años, a cargo de mi hermana Sonia, que acababa de cumplir los veinte.
    
    Los dos tras los funerales y pasada una semana del fatal evento nos reunimos en el salón de la casa paterna y decidimos que teníamos que rehacer nuestras vidas juntos. Sonia que es una mujer muy guapa, morena y de ojos negros, con un rostro muy hermoso y un cuerpo muy bien modelado, con las curvas precisas para cautivar a un hombre, me abrazó con lágrimas en los ojos nos besamos con dolor y tristeza, hasta que al mover la cabeza mis labios y los suyos se juntaron y antes de que pudiera separarme de esa boca preciosa y sensual, nuestras lenguas se unieron en un beso de enamorados.
    
    No sé qué pasó, pero antes de que mi moral y mis prejuicios me pararan los pies y me hicieran ver que Sonia era un fruto prohibido para mi concupiscencia, le solté los botones de la blusa negra, de luto, luego el sujetador de encaje, y esos pechos de diosa del placer, ni grandes, ni pequeños, preciosos y excitantes, fueron lamidos por mi lengua traviesa y sus pezones de azúcar chupados, absorbidos, mordisqueados suavemente, mientras ella me soltaba la correa de los vaqueros y luchaba por abrirme la bragueta.
    
    Cuando quise reaccionar mi hermana estaba desnuda, mostrándome impúdica su pubis cubierto de un penacho bien cuidado de vellos ensortijados y dejando ...
    ... adivinar su rajita húmeda y hambrienta por atrapar mi pene, olvidándose, ella, la juiciosa Sonia, que esa verga grande y gruesa de su hermano, de acuerdo con las leyes de la moral y la Religión, jamás podría penetrar en su cadito íntimo, sin cometer el pecado del incesto.
    
    Cuando al fin conseguí liberarme de los vaqueros, y mi hermana se apoderó de mi verga larga y gruesa, me olvidé de nuestra recién estrenada orfandad, y de que esa hermosa mujer, tan sensual y ardiente que me masturbaba suavemente con una de sus manos pequeñas, de dedos largos y finos y muy suaves, era mi hermana.
    
    Sus caricias me volvían locos, y cerré los ojos de deseo y disfruté cuando con su otra mano, Sonia, jugaba a ponerme cachondo, sopesando y sobando mis mis testículos grandes y llenos de semen, que deseaba expulsar para apagar el deseo sexual que me enloquecía.
    
    Mi hermana sabía cómo volver loco de deseo a un hombre y por la forma en que apretaba mi verga, como subía y bajaba su mano por todo el tronco y por los suspiros y gemidos que daba, pensé que era una experta en pajear a novios, amigos, o, que tal vez, su experiencia masturbando la había aprendido viendo películas porno.
    
    De repente pensé que podía al mismo tiempo que ella me pajeaba, acariciarle sus tetas y excitarme mucho más acariciando esos meloncitos suaves, de carne rosada, pezón y areola oscura, que me excitaban de una manera muy especial. Y Sonia, embebida en su misión de masturbarme, fingió no darse cuenta de cómo le acariciaba ...
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