1. Viaje al infierno (2)


    Fecha: 27/03/2018, Categorías: Primera Vez Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... de la cara… Como si vinieran de muy lejos, escuchó las palabras de Galina Piotrovna
    
    Los dos chicos, el muchacho y la muchacha, se lanzaron hacia él, en especial la chica, la joven Galina. Fue la primera en llegar hasta él. Le abrazó y le cubrió todo el rostro de besos y caricias… ¡Y le llamó PAPÁ!... Le dijo cuántas ganas tenía de verle, de estar con él, de poderle besar… Y lo mismo hizo el muchacho, el joven Günter. Aquello, el no tan joven Günter von Labnitz, apenas si lo podía creer: ¡Tenía dos hijos!... Y, sin enterarse hasta entonces. Y Günter, el no tan joven, no pudo aguantar más, las piernas le temblaron y, si sus dos hijos no le ayudan a sostenerse, lo más probable hubiera sido que rodara por el suelo. Por otra parte, el escozor que en sus lagrimales sentía, se convirtió en gruesas lágrimas que rodaron por su rostro.
    
    Al fin, Günter von Labnitz rompió a llorar; a llorar como un niño, mientras sus dos hijos le acariciaban en seguro intento de consuelo, un consuelo enteramente innecesario, pues no eran lágrimas de dolor las que derramaba, sino de íntima felicidad y alegría. Por fin, esos ojos velados por una cortina de lágrimas, se elevaron, buscando a la mujer, a su mujer, pues para entonces eso es lo único que para él era Galina Piotrovna: Su mujer, su esposa. Cuando a través de sus velados ojos la encontró, la vió sonriente, satisfecha, feliz, viendo a sus hijos y a su marido abrazados. Ante ella tenía a su familia; una familia normal, un padre, una madre, ...
    ... unos hijos… Un sueño que durante demasiado tiempo juzgó sólo eso, un sueño y, como casi todos los sueños, algo quimérico, irreal. Pero que entonces, al fin, se hacía dichosa realidad; esplendorosa realidad. Entonces, sin separarse de sus hijos, Günter von Labnitz abrió los brazos a su mujer, que al instante se metió entre ellos. Se abrazaron de nuevo al fin, y de nuevo se besaron. Con amor, con ternura, con dulzura infinita, que en poco cobró ardor de amor físico, acabando la pareja, el matrimonio, pues eso eran sin lugar a dudas, al menos entre ellos, en impresionante “morreo”, que, de inmediato provocó la feliz hilaridad de los dos hijos, en especial de la joven Galina, que riendo a carcajadas, decía a su hermano
    
    A Galina madre no se le escaparon los jocosos comentarios de sus hijos y, con la cara como una amapola, se separó de su marido, atusándose la ropa, pelín fuera de su recatado sitio. A partir de ahí, la tarde transcurrió con más normalidad, en animada charla a cuatro bandas. Bueno, hemos de admitir que la cosa comenzó con que el padre sacó a sus hijos Coca Cola, o puede que Pepsi Cola, hasta hartarse, pues la bebida les entusiasmaba. En la URSS, oficialmente, no existía, pero el “mercado negro” la introducía de “matute”, con lo que su precio resultaba exorbitante, artículo no ya de lujo, sino de supe lujo.
    
    Luego llegó el turno a las confidencias, cómo ella había vivido desde que se separaran, cuando a él le llevaron a Siberia. Para empezar, Galina le entregó un ...